Septiembre, tradicionalmente el mes más complicado para las bolsas, se ha despidido este año con nota sobresaliente. El S&P 500 ha avanzado un 3,53%, firmando su mejor septiembre desde 2010. Desde junio acumula un 7,1%, y ya suma siete de los últimos ocho trimestres al alza. Este cierre abre la puerta a un último tramo del año cargado de optimismo… pero también de interrogantes.
El primero tiene que ver con la volatilidad. Octubre suele ser el mes más movido para los mercados: su volatilidad media es un 33% superior a la del resto del año. El reciente cierre parcial del gobierno en EE.UU. ha servido como recordatorio. Si bien afecta a cientos de miles de empleados públicos, históricamente su impacto sobre la economía y los mercados ha sido limitado. Las aprobaciones de medicamentos, las salidas a bolsa y los datos económicos destacan entre los mayores riesgos para los mercados.
Algunos demócratas avisan que incluso esto es una cortina de humo en un momento en el que Trump exige explícitamente que el Departamento de Justicia procese a quienes considera enemigos, presiona a ABC para que destituyan a un presentador de televisión nocturno que le desagrada, envía fuerzas de la Guardia Nacional a ciudades demócratas y prepara al ejército para combatir al “enemigo interno”.
Impacto en los mercados
La historia en cualquier caso lo confirma: en los últimos 50 años ha habido 21 cierres de gobierno, la mayoría resueltos en pocos días sin consecuencias de calado. Incluso los más largos, bajo Clinton u Obama, no frenaron los ciclos alcistas. El último, durante la presidencia de Trump, coincidió con un giro más flexible de la Reserva Federal que terminó impulsando con fuerza a Wall Street tras 35 días de parón. Pero viendo el cruce de declaraciones, y el deseo de Trump de reducir el gasto público, me parece que vamos a marcar nuevos registros.
Probabilidades de fechas de fin de cierre de gobierno en EEUU. Fuente: FT
Además, si la situación actual se prolonga durante más de tres semanas, la tasa de desempleo podría subir del 4,3% en agosto al 4,6%–4,7%, ya que los trabajadores suspendidos pasan a contabilizarse como desempleados temporales. ¿No sería precisamente esa la jugada que busca Trump desde que empezó el año? Un repunte artificial del paro que obligue a la Fed a recortar tipos, reduzca la rentabilidad de los bonos y abarate la refinanciación de la deuda del Tesoro, que supera el 30% en los próximos 15 meses, sería una bendición para la administración. Vencimientos de la deuda de EEUU. Fuente: Bloomberg
Cuantos menos datos tengamos menos probabilidades habrá de que la FED pueda modificar su diagrama de puntos. Por qué no lo olvidemos, el telón macroeconómico sigue siendo positivo. La Fed de Atlanta estima un PIB del 3,9% para el tercer trimestre. El consumo se mantiene sólido, con especial fuerza en ocio y cultura, las ventas minoristas no ceden y la percepción de riesgo laboral entre los ciudadanos disminuye. Aunque el mercado laboral muestra algunas grietas, parecen más estructurales —menor inmigración y el impacto de la IA— que cíclicas. Hoy la economía no necesita más de 100.000 nuevos empleos al mes; lo que importa es que el desempleo no aumente, y eso es lo que está sucediendo y lo que la Fed anticipa que seguirá ocurriendo.
En este escenario aparece la gran incógnita: con crecimiento robusto, inflación latente por aranceles, política migratoria y debilidad del dólar, ¿tiene sentido que la Reserva Federal siga insinuando recortes de tipos en lugar de subidas? Su credibilidad se mantiene, pero podría empezar a resquebrajarse. Y cuando el mercado huele dudas, surgen las alternativas: oro y plata, con esta última firmando el mejor trimestre de su historia, o incluso bitcoin. La criptomoneda más grande del mundo encara su mes estacionalmente más fuerte; aunque ha cedido terreno frente a los metales en las últimas semanas, parece solo cuestión de tiempo que vuelva a desafiar sus máximos.