Estas columnas de opinión acostumbran a ser un foro en el que uno lanza ciertas ideas y el lector se posiciona a favor, en contra o, en el peor de los casos, las recibe con absoluta indiferencia. Hoy me gustaría invitarles a tomar un papel más activo. ¿Recuerdan cuál era su ánimo respecto al mercado durante los meses de verano?. Me atrevo a suponer que, teniendo en cuenta la revalorización del 30% que experimentó el Standard and Poor’s 500 desde los mínimos de octubre del 22, la respuesta será ampliamente positiva. El tiempo pasó y tras ese impulso que nos llevó hasta los 4.600 puntos, hemos iniciado un nuevo tramo a la baja que, bien será una nueva corrección, bien algo más profundo. Así que vuelvo a apelar a su sentimiento de mercado para preguntarles, tras el -2,53% de la semana pasada y el acumulado de un casi -11% desde máximos de principios del 22, ¿seguimos mirando hacia arriba o tememos mayores caídas?. No se preocupen, no son solo ustedes; el sentimiento de mercado ha oscilado, de un extremo a otro, influido por los movimientos, arriba y abajo.
En este punto les propongo un pequeño divertimento. Consideremos el SPX, como índice director de las bolsas mundiales y concediendo a este experimento un plazo de seis meses, les animo a pronosticar en el apartado de ‘comentarios si creen que el índice proseguirá este proceso bajista, o por el contrario superará -con un margen de 100 puntos (para que la ruptura sea significativa)-, los actuales máximos históricos situados en los 4.818 puntos. El guante queda así lanzado.
Sin querer interferir en su respuesta y respondiendo a la consulta de un seguidor de este blog diré que, incluso siendo negativo, no descarto asistir a nuevos máximos. ¿Cómo es ello posible?. Es indiscutible que mi posicionamiento macro es negativo. Por dicha razón he dejado, no solo de sumar riesgo a mi cartera comprando más acciones, sino que desde principios del pasado año liquidé progresivamente mi porfolio. Es cierto que corro el riesgo de no aprovecharme de posibles nuevos tramos alcistas, pero me compensa obrar así por un doble motivo: en primer lugar, mis aportaciones regulares a diferentes ETF’s en los que -entre otros- están representados los principales índices bursátiles norteamericanos. Así que, de diferente forma, sigo surfeando la ola de la renta variable con una visión de muy largo plazo y aprovechando los tirones que puedan suceder. En segundo lugar, porque no me sentiría cómodo manteniendo carteras de inversión cuando considero que nos hallamos en la fase final de este ciclo económico y que los efectos de una política restrictiva -que llegó tarde y demasiado acelerada-, conducirán a una grave crisis económica. No tengo ningún detector mágico que me alerte, simplemente aplico las enseñanzas del registro histórico y de cómo, algunas variables macro acostumbran a preceder a los finales de ciclo. Así que, en líneas generales, prefiero ver los toros desde la barrera y aguardar, con la rentabilidad obtenida durante esta última década, el momento apropiado para volver a construir mis carteras con substanciales descuentos.
Hoy el gráfico a medio plazo nos muestra una importante señal de alarma, no una confirmación, pero sí una clara advertencia de que estemos muy atentos. En el gráfico semanal podemos observar cómo la secuencia de máximos y mínimos está rotando de creciente a decreciente. Y, es una señal y no una certeza porque, hasta la fecha únicamente tenemos un mínimo y un máximo decreciente. Es cierto que nos falta aún un segundo mínimo decreciente que nos confirmaría el cambio de secuencia, pero parece ser que estamos en camino de ello si esta “corrección” cae por debajo del nivel 3.491. Si, por el contrario, todo fuera un mero proceso reactivo y las variables alcistas apuntadas en el artículo anterior nos llevaran hasta superar los máximos históricos, daríamos por concluido un proceso correctivo que nos habría entretenido casi dos años. Y es aquí donde quería llegar.
Por alguna razón, muchos de los analistas con quienes comparto opinión sobre el mercado, asumen que ya hemos presenciado el punto máximo (peak, que dicen ahora los modernos) que nos va a ofrecer este ciclo económico. Me parece un ejercicio extremadamente arriesgado pues, no es posible conocer esa referencia más que a toro pasado y una vez se hayan precipitado acontecimientos catastróficos. Les garantizo, por haber vivido esa misma situación, que nadie sospechó en ningún momento que el 24 de marzo del 2000, el SPX cotizaría el peak de la burbuja puntocom. O que el techo de la burbuja subprime se registró el 11 de octubre del 2007 en los 1.576 puntos. No pocos miran hacia los 4.818 del 4 de enero del 2022 señalando dicho máximo como el nivel más alto antes del próximo crash bursátil. Un servidor no está en condiciones de negar la mayor, pero tampoco de apostar a favor de dicha hipótesis, pues no es el objetivo de ningún inversor realizar previsión alguna, solo saber cómo reaccionaremos a diferentes supuestos. Se está dando por descontado que hemos registrado el peak de lo que un día no demasiado lejano se llamó “burbuja de todo”.
En un ejercicio que solo puede ser considerado como divertimento, algunos analistas nos presentan gráficos superpuestos, el actual y el de la crisis que creen que va ahora a repetirse milimétricamente para predecir cuándo se producirá el gran desplome. Con ello muestran el desconocimiento de lo que son estos procesos, no habiendo dos iguales aunque la música rime. Así que, es cierto que no puedo garantizarle que -siguiendo con la comparativa, el calendario no señale hoy aquel 24 de marzo del 2000. Pero como observamos en los meses previos a ese peak, cómo se registraron diferentes e importantes correcciones como la de octubre'98 (-22,45%) y la de un año más tarde (-13%). Con ello, debemos de plantearnos que cualquier movimiento del mercado es posible, aún con todos los condicionantes que creemos tener en su contra y que, a falta de ninguna referencia válida, es imposible preveer el timming de una recesión. Suponemos que estamos a meses -y no a años-, de registrar este proceso pero, la verdad, yo no pongo la mano en el fuego por nada.
En un ejercicio que solo puede ser considerado como divertimento, algunos analistas nos presentan gráficos superpuestos, el actual y el de la crisis que creen que va ahora a repetirse milimétricamente para predecir cuándo se producirá el gran desplome. Con ello muestran el desconocimiento de lo que son estos procesos, no habiendo dos iguales aunque la música rime. Así que, es cierto que no puedo garantizarle que -siguiendo con la comparativa, el calendario no señale hoy aquel 24 de marzo del 2000. Pero como observamos en los meses previos a ese peak, cómo se registraron diferentes e importantes correcciones como la de octubre'98 (-22,45%) y la de un año más tarde (-13%). Con ello, debemos de plantearnos que cualquier movimiento del mercado es posible, aún con todos los condicionantes que creemos tener en su contra y que, a falta de ninguna referencia válida, es imposible preveer el timming de una recesión. Suponemos que estamos a meses -y no a años-, de registrar este proceso pero, la verdad, yo no pongo la mano en el fuego por nada.