Por supuesto, todos tenemos en cuenta que la apertura en China y la relajación de las medidas de corte comunista, han generado una incipiente clase media que logra que este país acceda a una senda de crecimiento espectacular. Y olvidamos también que todas las medidas tomadas en relación a la que se ha venido en denominar teoría del bienestar en occidente tras la segunda guerra mundial han propiciado una época de brillantes avances y creación de riqueza.
Sin embargo, lo que nos encontramos hoy en día es un olvido general de todos estos aspectos, sentencias y afirmaciones. No importa ya la clase media, a la luz de todos los artículos, análisis e informes que aparecen vomitados por cualquier lugar un día sí y al siguiente también.
El caso es que resulta que todos estos análisis y toda la historia económica parece haber sido borrada de golpe por una sucesión de equívocos e interpretaciones, como mínimo forzadas, que proceden en su mayor parte de aspectos del sistema financiero.
El caso de la creación de valor, es un ejemplo claro de ello. Todo ejecutivo de empresa cotizada, analista, financiero, trader o periodista, Blogger o lo que sea del ámbito financiero, nos dirá siempre que el objetivo de una empresa es la creación de valor; pero olvidando siempre que se refiere a la acción y no al ámbito colectivo.
Desde luego el esquema teórico es desde luego impecable. Las empresas son, en el esquema de una economía de mercado, las organizaciones encargadas del proceso de convertir los recursos disponibles en bienes para su consumo, de tal forma que el valor es exactamente esto. En consecuencia, es fácil entender que la mejor forma de maximizar el valor en la economía, es maximizar el valor generado por las empresas. Hasta aquí nada que objetar.
El problema surge cuando de repente, nos encontramos con los análisis desde el sistema financiero y analizamos lo que es la creación de valor dentro de análisis de este tipo. Si bien la creación de valor desde el punto de vista financiero esconde algunas diferencias respecto a lo que se entiende para el sistema por creación de valor que no es más que conseguir un mayor producto con menos recursos usados. Estas diferencias, por muy obviadas que sean, son significativas y marcan la situación en que nos encontramos.
Existen numerosos métodos de valoración de las empresas, y en consecuencia de las acciones de esta; Estos métodos además varían constantemente en función del momento, y de la tendencia que fijan los “gurús”. Desde luego, existe tanta literatura al respecto, que no sería demasiado difícil plantear la pregunta del “Un, dos, tres”, preguntando diversos métodos basados en siglas de frases en inglés. Podemos hablar de ROE, de Per, flujos descontados o cualquier combinación que en cada momento se ponga de moda. Sin embargo, lo cierto es que al final todos y cada uno de los métodos hablan del beneficio de cada una de las empresas.
Es fácil entender que crear valor en una acción es por tanto conseguir el máximo beneficio posible en la empresa representada por ese valor. De ahí a identificar el beneficio con la creación de valor de la empresa, el paso es relativamente sencillo.
Por supuesto, cuando un analista habla de la creación de valor en una economía, lo que hace es sumar la creación de valor de las distintas empresas, de tal forma que en algún momento, nos encontramos con que la creación de valor de una economía es la suma de los beneficios de las empresas. Puede que haya quedado un poco liado, pero la realidad es esa. En este entorno, por tanto, es fácil inferir que todo lo demás no importa. De esta forma, surge este empeño en identificar empresas y economía, olvidando en todo momento que esto es un sistema económico en el que todo está relacionado.
Desde el punto de vista de los mercados financieros, en consecuencia, el objetivo de incrementar el valor de una economía, significa automáticamente incrementar los beneficios de las empresas que están en esta economía, lo cual evidentemente hace subir las acciones y derivados de estas.
Si el objetivo es incrementar los beneficios de las empresas, lo que hay que hacer es sobre el papel sencillo. Incrementar los ingresos de las empresas y reducir los gastos. No es más complicado que esto. Por supuesto, el procedimiento para conseguir estos parámetros, pasa por actuar sobre una serie de frentes que serían los que lograrían el resultado deseado.
Por el lado de los ingresos, lo que se busca es por un lado la mayor actividad posible. En este sentido es fácil entender en este caso las tendencias a la privatización de los servicios públicos. En el post de ahorramos o generamos negocios, ya he hablado de este fenómeno, en el que tras la excelencia de la gestión teórica, en realidad se esconde un coste mayor para los clientes, o la sociedad, en función de quien sea el que pague en este momento. Dicho de otra forma, cuando se privatiza la gestión de algo, o bien se privatiza algún sector como la telefonía, la realidad es que el servicio siempre acaba siendo más caro, (frente a lo que se defiende normalmente). Sin embargo, estadísticamente el valor generado por la empresa privada, (los beneficios), computan, pero no lo comparamos con el sobrecoste que asume la sociedad. Dicho de otra forma, cuando hemos enviado a soldados privados a proteger a los pesqueros, la factura es más del doble de la que correspondería en el caso de enviar soldados, (con el añadido de que los soldados en su mayor parte son un coste que no podemos eludir, fijo o dicho en coloquial: ¡están pagados!). En definitiva hemos concedido una subvención del 50% sobre las facturas, y automáticamente se ha creado valor, ya que tenemos a las empresas de seguridad facturando unos beneficios que paga a la mitad la sociedad y a la mitad los armadores. Si eliminamos el efecto beneficios de unas empresas y perdidas de las otras, comprobamos que al final queda un valor añadido que sale del contribuyente y consumidor de atún que acaba pagando impuestos y precios mayores.
Además se trata de desarrollar una política de oferta tratando de potenciar las empresas y las capacidades. Dentro de este epígrafe nos encontramos desde la asimetría en la búsqueda de la seguridad jurídica, que combina protección o seguridad jurídica para los negocios y por otro lado desregulación para las relaciones empresas y clientes. Nos encontramos también en este panorama con las curiosas medidas de liberalización, que en países como en España se han llevado al extremo, con subvenciones, cuotas a la producción, limites a la entrada de competidores, fomento de las asociaciones, zonas de exclusividad, concesiones administrativas y barreras a la entrada de competidores altas y toda una serie de medidas que tumbarían a Adam Smith si se levantase. En este sentido, está claro que el poder se traslada en los mercados a la oferta, de tal forma que se consiguen que los precios y en consecuencia los beneficios se incrementen.
Por el lado de los gastos, tenemos varios apartados. Si cogemos cualquier cuenta de pérdidas y ganancias, nos encontramos con gastos que se corresponden a precios de otra empresa, (en los que nadie parece decir nada, ya que debemos recordar que al final los precios facturados por otras empresas, computan también para el valor de la economía), sueldos e impuestos. Por supuesto, la regla es sencilla, en todo momento debemos tener en cuenta que los sueldos y los impuestos han de ser siempre menores que lo que son. Cuando se crece para crecer, cuando se decrece para crecer.
En cuanto al mercado de los sueldos, rige lo mismo que para los mercados de bienes y servicios que antes mencionábamos, pero ahora con la visión diametralmente opuesta. Si antes se trataba de limitar la entrada de nuevos agentes, ahora debemos buscar a todas luces el incremento de la oferta de trabajo. Por supuesto, tal y como antes teníamos un liberalismo sui generis, ahora lo que tenemos es una rigidez del mercado de trabajo, igual de sui generis, (hasta el punto de que la he calificado como esquizofrénica). Donde antes buscábamos seguridad jurídica en las relaciones, ahora lo que buscamos es la máxima desregulación.
Por supuesto, con estas medidas, lo que se consigue es desde luego contener o incluso reducir los gastos en personal de las compañías y facilitar sus ajustes.
Respecto a los impuestos, pues desde luego es otro fenómeno más que evidente, que sin haber completado la última bajada de impuestos, (que fue por tramos y se completó en 2008), se pide y se conceden nuevas.
Por supuesto, en este apartado, a veces lo olvidamos pero los impuestos que pagan las empresas han de ser reducidos en el valor de las subvenciones concedidas, de tal forma que al final lo que importa al agregar el saldo de las empresas con las administraciones públicas está determinado por estas dos cuantías.
Actuando sobre todas estas fuerzas maximizamos los beneficios de las empresas, pero nos queda un aspecto adicional para las economías que es el caso de aquellas que están incluidas en mercados financieros. Es importante que las valoraciones de estas empresas sean las mayores posibles, de tal forma, que al final nos encontramos con políticas monetarias que son desde luego laxas en cuanto a la cantidad de dinero en los mercados financieros. Desde luego, la obsesión de los bancos centrales, ha sido y es, el hecho de que en los mercados financieros exista dinero suficiente para que las acciones de las empresas suban. Dicho de otra forma, una empresa cotizada puede estar creando lo mismo o menos, (caso de las financieras), hoy que en marzo de 2009. Sin embargo, el valor de la entidad hoy es el doble. Simplemente al final se crea mayor valor.
Por supuesto, en esta línea y en la de privatizar recursos, nos encontramos con otro tipo de medidas que es desde luego la planteada en la reforma de la seguridad social, que trata de privatizar paulatinamente el sistema, de tal forma que se genera negocio directamente, y por otro lado, además se inyecta dinero en los mercados financieros, lo cual contribuye desde luego a la mejoría de los mercados financieros.
Por supuesto, también en este aspecto vemos una gran tendencia a la desregulación de los mercados, lo cual provoca efectos muy positivos en las valoraciones.
En cuanto al déficit público, la realidad es que el déficit, impacta sobre los tipos de interés que se ha de pagar a los ahorradores, (y luego sobre el de los bancos, que no supondrían demasiado problema porque a pesar de ser gastos de las empresas son beneficios de las entidades financieras), y sobre los tipos impositivos, de tal forma que se incrementan los gastos o se limitan las posibilidades de reducción de los gastos en las cuentas.
Y todo lo dicho no tendría mayor importancia, si el problema fuese que en la identificación de valor de las empresas, con valor de la economía, simplemente se hubiese olvidado la situación de los consumidores, contribuyentes y trabajadores. Simplemente tendríamos un olvido y ya está.
Pero el problema es que cuando una empresa genera beneficios, puede ser que este generando valor ofreciendo un mejor producto, con menos recursos, o simplemente puede estar cobrando lo mismo a más precio y pagando menos por los sueldos. Cuando usando cualquier técnicas en la que la empresa adquiere poder en el mercado, (tanto en el de los bienes que produce, como en los sueldos que paga), la realidad es que los beneficios, pueden venir de la creación de valor, o puede venir simplemente de la apropiación de valor en manos del consumidor o empleado.
Dicho de otra forma, si las empresas logran imponer sus condiciones en el mercado de trabajo, o en los de bienes, no están creando valor, sino que se están apropiando del valor de otras partes del sistema.
Desde luego, tratar de maximizar el valor en la sociedad, mediante estas técnicas nos lleva siempre a técnicas conocidas, habituales, y curiosamente, siempre las mismas; pero el olvidarnos de mirar para los demás aspectos de los mercados y la sociedad, nos lleva a situaciones dramáticas que al final dinamitan el sistema; porque simplemente hemos olvidado que esto es un círculo y hemos olvidado muchas partes del sistema en el análisis.