En cualquier sistema económico tenemos toda una serie de personas que podemos clasificar de acuerdo a sus características económicas; podemos ser consumidores o podemos ser productores; podemos ser asalariados, directivos o accionistas. En definitiva, en un sistema económico, nos encontramos con una multitud de personas que desarrollan distintas funciones que se interconectan entre sí.
Por tanto si tenemos que analizar, estudiar o tomar cualquier decisión que afecte al sistema económico tenemos que entender cómo va a afectar a todo el sistema entendido como el conjunto de agentes económicos que engloba tanto a las familias, (economías domésticas), como a empresas, (economía productiva), como a las entidades financieras, (economías financieras). El método apropiado es el análisis coste-beneficio, que se definen como todas aquellas técnicas de valoración de las distintas situaciones en el ámbito de un sistema amplio.
Los análisis coste beneficio, son los métodos para la valoración que se han definido específicamente para la actuación desde aquellas entidades con capacidad de alterar el sistema; lo que son las entidades del gobierno. Lamentablemente, la realidad es que estos métodos no están siendo en absoluto utilizados, y han sido sustituidos por un sistema alternativo que parte de una simplificación de la realidad que se basa absolutamente en el mundo financiero.
En este sentido, en lugar de analizar la situación de todos los agentes de la economía, partimos de un análisis financiero desde el punto de vista de las empresas, de forma que el objetivo pasa por subir el valor de estas, bajo la premisa de que el valor de las empresas de una economía, equivale al valor de esta economía; por tanto, si las empresas ganan, la economía y en consecuencia todos los ciudadanos de esta economía ganan. Pero en todo caso esta relación no es siempre cierta.
¿Cómo conseguimos la valoración de esta economía?. Pues es muy sencillo; tenemos que asumir que cada una de las empresas, tiene un valor que se define por su capacidad para generar beneficios; Cuanto mayor sea la capacidad de generar beneficios de cada una de las empresas, mayor será su valor. Por tanto, si queremos incrementar la valoración de una empresa tenemos que incrementar sus ingresos y reducir sus gastos.
Es en este punto donde nos encontramos con una gran divergencia en los dos modelos de valoración y desde luego en las medidas que serían apropiadas desde los dos puntos de vista. Un análisis coste-beneficio, lo que trata de buscar es crear las condiciones adecuadas para lograr que todos los entes de una economía mejoren; lo cual implica exactamente esto. En este sentido, es fácil entender que las mejoras de las empresas y los ciudadanos, son consecuencias de un sistema económico más eficiente.
Pero sin embargo, si olvidamos todo lo que no son las empresas, corremos un grave riesgo, que es fácil entender; Las administraciones públicas acaban proponiendo una serie de medidas que se pueden resumir en buscar a todas luces la subida de las valoraciones de las empresas, incluso a costa del resto de los agentes económicos. En este caso, un simple análisis de coste y beneficio, nos llevaría a descartar decisiones claramente incorrectas desde el punto de vista del bien común; pero que en el esquema de un modelo que simplemente no tiene en cuenta los efectos sobre el resto de los agentes económicos, ni tan siquiera se ven; por supuesto, en este esquema nos encontramos con que el sistema económico se acaba desmoronando sin que nadie sea capaz de verlo.
Hoy todas las administraciones e instituciones de carácter económico, proponen en consecuencia con este esquema de funcionamiento, todas y cada una de las medidas que llevan a que los ingresos de las empresas se incrementen. Nos encontramos con normativas para eliminar la competencia entre los distintos sectores, (las empresas se deben unir, las normativas de defensa de los consumidores se relajan, los precios suben sin control, se apoya la creación de nuevos negocios, las administraciones luchan contra las guerras de precios, se busca apoyar financieramente a las empresas para que no tengan que entrar en rebajar sus precios y por supuesto, cada vez que en un sector se desencadena una guerra de precios, todos tratan de frenarla de alguna forma). Si nos damos cuenta, tenemos toda una serie de políticas para desarrollar el asociacionismo y la cooperación entre las empresas de los distintos sectores económicos. Estas medidas, lo que consiguen es incrementar los ingresos de las empresas, (o reducir las caídas de los ingresos de las pérdidas), pero a costa de reducir hasta niveles absurdos la competencia y por tanto la competitividad, (que no es otra cosa que la capacidad de competir).
Por otra parte, las políticas se definen también hacía los gastos de las empresas, de forma que tratan de reducirse lo máximo posible; en este esquema nos encontramos con toda la política de rebajas fiscales a empresas, rebajas de cotizaciones, rebajas de sueldos, (lo que explica también las reformas laborales para flexibilizar y reducir capacidad de negociación de los trabajadores).
Todas estas medidas, que se han desarrollado a lo largo de muchos años, nos han llevado a una situación que un simple análisis del tipo coste beneficio, hubiesen anticipado sin ningún problema.
A lo largo de todos estos años, se han conseguido mediante estas técnicas y muchísimas intervenciones públicas, lograr que los beneficios de las empresas se hayan incrementado de forma espectacular; mientras los trabajadores y las familias empeoraban de forma lenta pero imparable su poder adquisitivo, en una combinación basada en precios cada vez mayores de todos y cada uno de los productos con sueldos contenidos o bajando (para conseguir las bajadas de gastos para mejorar los beneficios).
Si analizásemos la situación de las economías domésticas hubiésemos entendido fácilmente que esta situación genera en un primer momento endeudamiento que es lo que ocurre cuando los ingresos caen o no suben en la proporción de los gastos, y en todo caso genera tarde o temprano una situación en la que simplemente el sistema económico se desmorona, porque al final resultaba que los ingresos de las empresas son los gastos de las familias, mientras a su vez los ingresos de las familias son los gastos de las empresas.
Era muy sencillo analizar que mientras todos aquellos bienes que las familias necesitan, (vivienda, alimentación, gasolinas, energía) suben de precio influidos en todo caso por las administraciones públicas, mientras que a su vez los sueldos se mantienen o caen, si hubiésemos analizado los efectos sobre la economía en su conjunto nos hubiésemos dado cuenta que no ha existido creación de valor, sino que se ha distribuido; O dicho de otra forma, que no solo no hemos mejorado a lo largo de estos años, sino que hemos retrocedido y mucho; sin que lo hayamos visto, porque hemos asumido que éramos ricos porque las empresas ganaban mucho, mientras que debimos habernos preguntado si las empresas ganaban mucho porque éramos ricos, o porque nos estábamos empobreciendo.
Analizar la situación de una economía puede ser mucho más complicado que sumar los beneficios de las empresas en cada uno de los momentos del tiempo; pero sin embargo, el hecho de que sea o no sea más complicado, no puede servir de excusa para usar el instrumento adecuado en cada uno de los ámbitos; y que yo sepa el ministerio de economía se llama ministerio de economía y no ministerio de las empresas. No hay excusas para que el ministerio de economía sólo mire una parte de esta y se olvide completamente de todo el sistema económico.