El sábado 23 de abril sale en expansión un interesante artículo al respecto de Goldman; en síntesis se hace eco de los rumores generados a partir de la denuncia de la SEC y afirma lo siguiente:
“La cuestión que se plantean algunos juristas y consultoras, que seguramente tengan que declarar como testigos en los juicios, es cuál será el siguiente paso que tomen. ¿Deberían aliarse con una de las empresas que decidan enfrentarse a Goldman y arriesgarse a despertar la cólera del conocido como el “Gigantesco Calamar Vampiro” o deben dar por hecho que Goldman seguirá dominando el futuro entorno y evitar ofender al grupo?”
Pues el caso es que es una pregunta interesante, pero no sólo para juristas y consultores, sino que es una pregunta que debería hacerse todas y cada una de las personas. ¿Por qué no se van a hacer esta pregunta los políticos, la prensa, los blogueros, la patronal, los sindicatos y en general cualquier persona que tenga cierto interés en esta historia?.
En algún sitio leí que en los circos se ata a los elefantes a un pequeño enganche clavado en el suelo. Ese pequeño clavo, no podría ni aguantar un tirón del animal, pero lo importante es que el paquidermo, cree que sí, porque la clave está en que se le ató cuando era pequeño. Cuando era un bebé, un pequeño clavo era suficiente para sujetarlo, de tal forma que creció con la idea de que era imposible que se soltase y cuando es mayor, simplemente ya no vuelve a intentar tirar.
Por otro lado, hace tiempo que recibí un mail que describía comenzaba con el “se hizo un estudio…”. Por supuesto, quede claro que la frasecita “según estudios..”, suele ser equivalente a la frase “a alguien se le ocurrió”; pero lo saco a cuenta porque por una vez tiene sentido.
Según el experimento en cuestión, se pusieron a 5 monos en un recinto con una escalera al fondo de la cual había comida. Cada vez que uno de ellos subía por la escalera mojaban a los otros cuatro monos. De esta forma, se lograba que los monos atacasen al que intentase subir por la escalera. Una vez se lograba este objetivo, se cambiaba a uno de los monos y se introducía uno nuevo. El nuevo intentaría subir por la escalera, (ajeno a las consecuencias), y en ese momento, los otros cuatro monos se lo impedirían; no siendo necesaria el agua.
Pasado un tiempo, se volvería a repetir el proceso, hasta que al final no quedase ninguno de los cinco monos iniciales. El caso es que en cada nueva entrada, el resto de los monos, impediría siempre la subida del nuevo por la escalera para acceder a la comida. A pesar de que ninguno de ellos sufrió el castigo por que el compañero subiese, todo el mundo asume que las consecuencias serán malas.
Estas dos historias, las pongo porque a veces me da la sensación de que en algún sentido nos pasa esto. De vez en cuando en mi entorno, me avisan que tenga cuidado con lo que digo por aquí; que si corro un riesgo, que si van a venir contra mi, y unas cuantas cosas más.
Y cuando me enfrasco en estas discusiones es cuando tengo la sensación de que la economía se ha convertido en una especie de religión, con sus Dioses, sus dogmas, sus castigos, (nunca claros), sus promesas de una vida mejor a cambio de la fe, y desde luego con todos sus sacerdotes. Y como si una religión fuese, no hay forma de razonar. Parece que poniendo el cuestión los dogmas que nos caen desde el sistema financiero, todo el mundo se desplomará encima de nuestras cabezas, con el amplio y expresivo, (aunque carente de todo significado): “¡pueden ir a por ti!”.
La verdad es que esto me recuerda lo de los monos y las amenazas de toda religión; ¿Qué significa ir a por mi?. Sólo hay dos posibilidades; una es que vengan a darme un par de tortazos, para enviarme al redil, o me envíen a alguien de la Cia, o algún sicario. Y sinceramente no imagino a ningún financiero haciendo nada ni tan siquiera parecido. Por supuesto, queda lo de la vía legal. Claro que la duda es ¿Por qué me van a denunciar?. Porque bueno, un detalle que solemos olvidar es que para que una denuncia vaya a algún lado, tiene que haber un motivo. Por supuesto, al que se mantenga a un lado de la raya, no debe preocuparle demasiado este aspecto. Aunque la justicia no esté en sus horas más altas, lo que tengo claro es que la denuncia puede caer, y no tiene porque ser agradable, ¿pero que se ha de temer?.
Otra cosa son los periodistas del corazón que se pasan la vida en los juzgados. Claro que para evitar esto, llega con no soltar lo de que el famosote de turno se acostó con la famoseta de turno, porque se lo dijo el cuñado del primo del hermano del chofer del padre de uno de los afortunados.
Sin embargo el caso es que ni prensa, ni abogados, ni políticos, se atreven a decir ciertas perogrulladas, y en esto me encuentro con varias posibilidades:
En primer lugar están los que “creen”. Por supuesto, tengo que decir que yo no me creo la inmensa mayoría de los mensajes que llegan desde el sector financiero. En todo caso, nadie garantiza que este o no este equivocado. Por lo tanto, con los que creen los mensajes de la prensa, pues toca analizar, discutir, razonar y tratar de llegar a conclusiones.
Luego están los que “no creen”, pero tienen miedos. Aquí creo que está mucha gente anónima, y sinceramente, (y perdón por decirlo tan crudamente), me recuerda mucho a lo del mono. Quizás en cierto tiempo criticar al poder suponía un castigo; y quizás en estos momentos, sigamos manteniendo un cierto miedo a posibles represalias si decimos algo que pueda resultar inconveniente. A estos, me queda decirles que ahora ya no está el de la manguera y que debemos pensar en la situación actual. Si creemos que la banca, la CEOE, los sindicatos o los partidos políticos, tenemos que decirlo y punto. Si nos mantenemos en la educación, tratamos de no difamar y de justificar mínimamente lo que decimos ¿Qué problema hay?.
Y por fin están los que “no creen”, pero hay que ganarse la vida. Vale, lo admito. Yo puedo salir aquí y decir que los fondos de pensiones tienen un gran peligro y que se están comiendo todos los marrones que andan por ahí sueltos. Y puedo hacer unos cuantos post al respecto. Nadie me va a rallar el coche, ni mucho menos nadie me va a tocar. Por supuesto, en el improbable caso de que alguien me denunciase, pues el perjuicio se limitaría a ir a un juzgado a poner argumentos. Creo que los tengo y los he puesto; y aunque estuviese equivocado, lo que está claro es que poco puedo temer, al tener argumentos y razones. Pero lo que está claro es que a mi no me van a contratar los de Goldman. Pues si, reconozco que a mi no me van a contratar; pero es que claro; ¡ni a mi, ni a la inmensa mayoría de la gente!.
Puedo comprender por tanto, que determinadas personas, (aunque los llamemos prensa, sistema, políticos, formadores de opinión, debemos recordar que las voces y las decisiones las ponen personas), asuman determinados dogmas buscando un beneficio. Y en este caso, deberíamos valorar si se están equivocando.
Ya no trato de entrar en aspectos que entrarían en la ética planteando la pregunta de si interesa defender algo que no es cierto a sabiendas; (total, creo que no hay forma de defender que eso sea ético). Dónde pretendo entrar es que ni tan siquiera es comprensible, por que aparte de poco ético, indica una miopía increíble ya que estamos olvidando un pequeño detalle.
Es cierto, que el elefante adulto permanecerá tranquilo atado al palito, sin ser consciente de su fuerza; pero ¿Qué ocurre si de repente se declara un incendio y el elefante se empieza a quemar?. En ese momento desplegará su fuerza, y lo que pareció un obstáculo insalvable se va a convertir en lo que es; una simple barrera mental. Esto es lo que creo que ha venido a decir Milton Friedman cuando nos habló de la crisis como propiciadora del cambio. Una gran contradicción es que parece que los que se están preguntando si las cosas van a cambiar o no, están asumiendo las enseñanzas de Friedman, (que en nuestra peculiar religión sería el profeta), como lo interpretan los teóricos de la conspiración con su doctrina del shock.
Desde luego no tiene sentido negar el poder y la capacidad de imponer del sector financiero en general, (Y Goldman es quizás el ejemplo más representativo de una forma de hacer las cosas). Y si puedes mejor no te enfrentes a él. Pero debemos recordar que esta imposición es más aparente que otra cosa, y debemos tener en cuenta que hasta hace poco todo el mundo temía, adoraba y admiraba a Lehman, que se ha derrumbado de forma estrepitosa, con todos sus apoyos, y es que al final por mucho que nos empeñemos y tengamos miedos, la realidad es la que es.
Una primera idea es que podemos aprender mucho de los animales, pero sin embargo, se supone que la gran ventaja del ser humano es la inteligencia, y en este caso, en lugar de copiar valores en los que nos dan mil vueltas, copiamos las partes en las que manifiestan una inteligencia limitada. Y aplicando esto, lo que procede es:
- Discutir y analizar con los que de verdad creen que así podemos salir de esta, (bien para que ellos se den cuenta de su error, bien para que me saquen a mi y a los que como yo piensan).
- Que los que se resignan a “los bancos mandan”, “el poder es el poder”, “no se puede hacer nada”; se den cuentas de que están atados a un pequeño clavo.
- Y a los que creen que es un negocio, ¡Pues que valoren que los buenos negocios, son los que se mantienen dentro de diez años!. Sí alguien cree que esta situación se puede mantener indefinidamente, ¡adelante!; Y si me explica como, se lo agradeceré mucho.
Y cada uno de nosotros ¡a pensar y pensar!. Tenemos mucho que recuperar del pasado. De esta forma, podemos copiar de los animales muchas cosas, pero a veces debemos recordar que por lo menos en teoría somos la especie inteligente.