Uno de los aspectos del libro 1984 de George Orwell, (de lectura obligada para entender ciertos aspectos), era el uso del lenguaje para tratar de influir en el control social. En este sentido se trataba de eliminar parte del lenguaje y dejarlo reducido a la mínima expresión, en la premisa de que el lenguaje es el oxigeno de las ideas. Sin un lenguaje adecuado para expresarse, las ideas se ahogan y no surgen.
Tras un breve repaso a mis post, queda claro que yo no comparto las virtudes de la brevedad, y por descontado son muchas las críticas acerca de la extensión de mis post. Está claro que en cierto modo desentono en un entorno en el que todo tiende a la brevedad.
En general, se supone que “lo bueno, si breve, dos veces bueno”, pero creo que en cierto modo no estamos calibrando los riesgos de lo que estamos perdiendo. Si nos damos cuenta, estamos abrumados por una cantidad de slogans y razonamientos simples, que nos están haciendo perder toda capacidad de razonar lo más mínimo.
Si leemos los periódicos o incluso los análisis podemos comprobar que no se trata de argumentar, desarrollar y pensar en los matices de las cosas que estamos diciendo, sino que en definitiva todo el mundo trata de buscar el slogan perfecto. Es cierto que en pocas palabras se puede resumir una gran idea, pero también debemos tener en cuenta que el verdadero conocimiento y la comprensión de estas ideas necesitan un desarrollo y necesitan discusiones, cuestionamientos y críticas y esto no se puede hacer bajo una premisa de reduccionismo al absurdo.
Está claro que estamos en el mundo del twitter, del sms, y de escribir argumentos que puedan escribirse en la blackberry. Por supuesto, estamos en una etapa de tanto dinamismo que nos lleva a que estudiar y pararse en los matices es algo que no se estila, y aquí tenemos un grave error.
Es cierto que hay algunas frases geniales, que logran resumir la situación actual en muy pocas palabras. Estoy completamente de acuerdo en que “No hay pan para tanto chorizo” es una frase que recoge perfectamente las causas de la crisis. También me gustaría mencionar la una composición que he visto para explicar uno de los efectos de la situación generada.
“¿Qué tres salidas tienen los universitarios españoles?.....
¡Por mar, por tierra y por aire!.”
Todos tenemos claro que frases de este estilo resumen perfectamente una realidad que todos conocemos. Lo malo es que resumir no es explicar, y ambas frases, las entenderemos tan sólo si conocemos el contexto en el que estamos. A pesar de ser frases muy buenas, lo que está claro es que no son precisamente grandes descripciones para conocer una situación, sino argumentos comerciales para tratar de comunicar una idea general y abstracta que apoye algo.
El problema es que estas frases, los titulares, los resúmenes o los twit, tienen una finalidad muy determinada, y no es la de explicar, sino la de convencer. Bien puede ser por falta de tiempo o por incapacidad de mucha gente, la realidad es que desde todos los ámbitos nos hemos olvidado de los matices, de los argumentos y de los razonamientos. Y esto tiene sus efectos. Reconozco que a veces (casi siempre) escribo post que podría resumir; en muchas ocasiones es posible que sean difíciles de seguir, (intento que no ocurra, pero mis limitaciones son a veces muy evidentes), para llegar a conclusiones que pueden parecer evidentes. Lo que me gustaría explicar es que con mucha frecuencia, las conclusiones no son lo más importante, sino que los argumentos y los procesos de cómo se llegue a una determinada conclusión son la clave.
Evidentemente esto implica un esfuerzo mayor, tanto por parte del que lee, como del que escribe. Siempre he sido consciente de esto, (y por esto agradezco mucho los comentarios que me ponen), pero asumo que no es tiempo de resumir, sino que es tiempo de pensar, de razonar y de tener un espíritu crítico. No vamos a salir de esta mientras no entendamos lo que está ocurriendo y actuemos en consecuencia, (votos, huelgas…) y no lo vamos a entender mientras no estemos en una guerra de slogans entre varios bandos.
Si escuchamos a todos los reputados analistas, nos encontraremos con un consenso total en discursos que incluyendo siempre la palabra competitividad, libre mercado, y productividad, nos sueltan dogmas del tipo: “lo que sea reactivará el crédito”, “hay que abaratar la contratación”, o las famosas “reformas para el crecimiento”, que no tienen la mínima carga.
En definitiva tenemos a todo el mundo de acuerdo, a todo el mundo sin disonancias y por supuesto a todo el mundo emitiendo a todas horas y en todo lugar frases de este estilo, para conseguir determinadas medidas que en resumen responden a los intereses a corto plazo de los colectivos que controlan hoy el país. Por supuesto, al final como esto no eran más que frases y argumentos para convencer, en lugar de razonamientos que responden a la realidad, nos sorprenderemos de que no funcionen.
Pero teniendo claro esta situación, la realidad es que desde la oposición a todo este colectivo de analistas que pululan por los medios, ha surgido ahora dentro del movimiento 15-M el concepto de las asambleas.
En este sentido, tengo la impresión de que está ocurriendo algo muy parecido en este caso. Reconociendo que no teniendo ningún tipo de datos, más que impresiones de las tres veces que he pasado por ellas, me aventuro a dar una opinión sobre el total desde la anécdota. En todo caso, si me equivocase, me gustaría que este post sirviese para la reflexión y en el futuro evitar riesgos.
En la reforma de la constitución, acudí a una asamblea. Lo primero que se hizo fue establecer el código de signos de aprobación, las reglas de discusión y básicamente la situación al final era que se leía un documento por parte de unos líderes, (que negaban a todas luces ser líderes), para luego pasar a una asamblea en la que todo el mundo tiene que intervenir bajo unas normas para “mejorar el dinamismo”, que se basaban en que las intervenciones fuesen breves, rápidas y que no se repitiesen temas.
Aunque se entienda que se hayan de poner reglas, creo que es un gran error, (y tengo la sensación de que en gran parte es intencionado), convertir las asambleas en algo parecido a una terapia de grupo, en el que se trata de convencer de una serie de dogmas y donde por sistema se ponen reglas a las discusiones, buscando consensos y dinamismo, para sacar lemas y slogans pegadizos.
En todo caso, tengo que aclarar que esta es mi opinión pura y dura, (el resto del blog también pero en este caso especialmente), y me gustaría pensar que estoy en un error. Pero también, y ya que estamos resumiendo, lo que tendría es que concluir:
- No me apetece demasiado cambiar unos dogmas por otros.
- Como no hagamos el esfuerzo de pensar, argumentar, discutir y sobre todo de tragar con lo que no sea dinámico y aburrido, nos vamos directamente a la mierda, (eso sí, con mucho respeto, consenso y orden).