¿Por qué decimos que los tipos de interés de Japón son negativos? La respuesta más obvia es que afirmamos tal cosa porque los tipos de interés son menores que cero; y un número menor que cero se denomina negativo.
Hace unos días expresaba mis temores ante el cariz que estaba tomando la libertad de expresión en España; lo ocurrido este fin de semana no ha ayudado a calmarme.
Casi todos los días vemos en los medios de comunicación liberales de las economías dependientes del petróleo noticias anhelando un acuerdo de un cartel (OPEP) para intervenir en el mercado y lograr subir el precio de dicho bien básico.
Es decir, pensemos en tres grupos de personas: los incondicionales de Garzón (y similares), los incondicionales de Rallo (y similares) y el resto de personas (entendidas como que no están en ninguno de los dos grupos). El tercer grupo es el importante y el clave; ¿Qué han de ver ante tamaño despliegue de tonterías? Pues eso.
Las conclusiones que saco yo del informe son que Rallo no ve la desigualdad (y esto no es igual a que no exista); que no la ve porque no quiere verla; y que además trata de que la gente asuma un diagnóstico incorrecto para crear opinión. Además de ciertos errores base, el informe en cuestión tiene un “error” muy habitual en estas historias
El consenso económico de todos estos años ha bendecido de forma unánime todas las medidas encaminadas a mejorar las condiciones de los productores de bienes y servicios. Se trata de crecer a todo camino para mejorar las condiciones de la gente.
Seguro que al lector le suena la teoría del PeakOil o teoría del Pico de Hubbert. En síntesis afirma que el límite del petróleo ha llegado y que este hecho provoca una hecatombe.
Durante mucho tiempo se han tratado de imponer una serie de dogmas a partir de simplificaciones, tópicos y unos supuestos métodos científicos tan versátiles que lo mismo demuestran una cosa que la contraria.
Rallo afirma que el caso de Volkswagen refuerza el hecho de que el libre mercado degenera en la ley del más fuerte. Pues no señor, la ley de la selva degenera en la ley del más fuerte;
Hacía tiempo que no encontraba publicidad en el parabrisas de mi coche; pero hoy me he encontrado un folleto de lo más oportuno: una oferta de Seat ofreciéndome un “Eco-algo” y con un slogan de lo más apropiado.
El otro día explicaba en un post que tras la manipulación de Volkswagen estaba el Adblue o, mejor dicho, que se desconectaba la inyección de este aditivo (Urea) en los catalizadores que se incorporaban para reducir las emisiones de óxidos de nitrógeno en los vehículos diésel.
En todo lo que estamos leyendo estos días sobre la manipulación de los motores por parte de Volkswagen hay muchas piezas que no acaban de encajar. De hecho, incluso el hecho de que no se haya logrado tapar el asunto llama la atención. Ciertas lagunillas en los informes que originan todo esto y ciertas contradicciones me han llevado a tratar de entender lo que ha ocurrido.
¿Qué los depósitantes de dinero obtienen algo por llevar el dinero? Pues es de esperar ya que son proveedores. En teoría tendrían que retribuir a los depositantes; ¿O es que le extraña alguien que un taller le pague un dinerito al que le vende las pastillas de freno que instala en los servicios de mantenimiento?
Garicano y Sala i Martín se enzarzan en una discusión vía twitter a cuenta de Cataluña; el segundo se niega a un debate en televisión porque el primero es un matón de barrio y prefiere que antes tengan un debate académico que es “como lo hacemos los científicos”.
Y claro, el problema es que estamos ante un monopolio de manual, en el que dos Bancos Gigantescos negocian con un ayuntamiento las tarifas que se aplicarán a unos consumidores que no tenemos muy fácil el enterarnos ni tan siquiera de las tarifas