Un mantra que se viene repitiendo en los últimos años entre estrategas y economistas de bancos y sociedades de valores es que la subida que acumula bolsa estadounidense es insostenible. Pero no se puede hacer un análisis completo de la evolución de un índice si no se tiene en cuenta el motor de las cotizaciones de las empresas que conforman el índice, que son los ingresos.
Si uno se fija en la evolución del S&P 500 y la pone en relación con la de la estimación de ganancias para los siguientes 12 meses de las empresas que componen el índice, la pendiente del índice ya no resulta tan exagerada.
En el gráfico que aparece a continuación, la línea roja representa las expectativas de ingresos del consenso de analistas de empresas – no confundir con analistas del mercado-, es decir, la evolución que esperan para el año siguiente personas que conocen al detalle la cuenta de resultados y las expectativas que les transmiten las propias compañías.
Como puede verse la evolución del índice lo que ha hecho es ir corroborando no ya el cumplimiento de esas expectativas, sino que en general han sido mejores de lo esperado. La propia evolución del índice lo confirma, porque si hubieran sido peores de lo esperado la pendiente del índice no se parecería tanto a la de las expectativas.
Fuente: Topdown Charts, Redifinitiv Datastream, IBES
No piensen que estas previsiones son especialmente optimistas. Hace tiempo que dejaron de serlo. Más bien todo lo contrario, suelen quedarse por debajo de la evolución real final de los ingresos. Esta tendencia pesimista se ha asentado en los últimos años a medida que ha ganado peso en los mercados la visión pesimista del futuro, centrada en la famosa burbuja que va a explotar o en la crisis que va a llegar.
Hay que tener en cuenta que los analistas de empresas tienen un perfil más contable que de gestor o inversor y su tendencia es por lo tanto conservadora a la hora de realizar predicciones. Y si encima leen la opinión de analistas del mercado más mediáticos, que solo hablan de la siguiente crisis que va a llegar, es lógico que también se vean influenciados. No son inmunes a las corrientes de pensamiento políticamente correctas de cada momento. Y en los últimos 10 años lo políticamente correcto entre los analistas ha sido anunciar crisis y burbujas. Aunque políticamente correcto no ha sido equivalente a acertado, vistos los buenísimos resultados bursátiles de los últimos 10 años.
Además, es habitual que las compañías publiquen información relativamente pesimista, con la intención de generar una sorpresa positiva cuando se conocen finalmente los resultados, una sorpresa que termine impulsando el valor al alza.
Volviendo al gráfico, vemos que la línea roja de los ingresos previstos a 12 meses tiene una pendiente muy parecida a la del índice S&P 500. (línea negra) La explicación es por lo tanto sencilla: desde hace mucho tiempo las compañías estadounidenses han estado generando mayores ingresos año tras año, y la bolsa no ha hecho más que reflejarlo. Primero vía expectativas y luego por la confirmación de las mismas.
Si las estimaciones continúan al alza y, sobre todo, si se van cumpliendo, no hay razones para pensar que el S&P cambiará de tendencia: su subida estará justificada. Y, como es lógico, si las previsiones de ingresos no se cumplen o empiezan a decaer, la pendiente de la cotización del S&P 500 deberá corregir. Por eso la clave está en vigilar de cerca la evolución de las previsiones de ingresos de las compañías y su cumplimiento. Esto es mucho más importante que dar un simple vistazo a un índice y decir que como ha subido mucho tiene necesariamente que caer. Caerá cuando se espere una caída de los ingresos, porque así funcionan los mercados.