Nuestra estrategia actual recuerda a una comida de domingo en España. Se empieza con el picoteo —el aperitivo— y luego se pone la carne en el asador. La traducción en términos de mercado sería tomar pequeñas posiciones ahora en aquello que pueda ser más interesante de cara al futuro, para no perdernos el cambio de tendencia cuando se produzca, y luego, cuando tengamos mayor visibilidad sobre dicho cambio, poner toda la carne en el asador, es decir, invertir la liquidez que recomendamos acumular en el mes de abril (y en todas las carteras recomendadas desde entonces).
¿Y por qué no esperar? No comprar nada y hacerlo todo cuando se tenga más visibilidad. Pues muy sencillo: por el componente psicológico que existe en las inversiones y porque esa visibilidad no será inmediata.
Los mercados son muy traicioneros. Ya hemos visto como en junio tuvimos una subida muy importante que luego se quedó en agua de borrajas. Este tipo de situaciones, que no son nada anormales en un mercado bajista, nos muestran que para poner toda la carne en el asador tendremos que estar muy convencidos de que es un cambio de tendencia de medio plazo. Estamos invirtiendo, no somos “traders” de corto plazo.
Esto significa que para cuando tengamos suficiente seguridad de que ha cambiado la tendencia y que no vamos a tener que recoger rápidamente velas, el mercado habrá tenido ya una subida importante. De hecho, cuando se produce un cambio de tendencia, el grueso de la rentabilidad se genera en los primeros movimientos. Lo que en los mercados se conoce como “perderse el primer euro”, que normalmente es bastante más que un euro.
Volviendo al ejemplo anterior, en el rebote que se produjo en el mes de junio, el S&P 500 subió un 16 %, y algunos sectores mucho más. Y fue sin ningún tipo de confirmación de que la inflación estuviera bajando. Si se produjera un cambio a la baja en la inflación, el rebote sería mucho mayor y mucho más rápido.
Otro ejemplo: imaginemos que hubiera un alto al fuego en Ucrania. La subida de las bolsas europeas sería espectacular, porque el mayor problema de Europa es sin duda el efecto rebote de las sanciones a Rusia y la respuesta de Putin con el gas, que está hundiendo a la industria europea y al euro y disparando la inflación. Ciertamente, los precios de las empresas europeas son tremendamente atractivos, pero solo podemos picotear, porque para poner carne en el asador tendríamos que tener confirmación de dicho alto al fuego y la esperanza, por lo tanto, de que se relajaran las sanciones.
No nos importa limitarnos a “picotear”, porque en un escenario tan volátil como el actual sería tremendamente arriesgado poner toda la carne en el asador. Como decía Ángel Nieto, el famoso piloto de motos español, “cuando no sea estrictamente necesario, arriesga solo la mitad”.
Nosotros de momento estamos arriesgando poco. El peso de la renta variable de nuestras carteras es muy reducido en comparación con los niveles que puede tener cada perfil de inversión, reducción que se recomendó desde el mes de abril.
Además, hemos procurado que el importe del “picoteo” esté en sectores que ya hemos comprobado que suben con fuerza cuando rebota el mercado. Ya los hemos visto rebotar en junio. Y van acompañados de fondos más conservadores dentro de lo que es la renta variable, para reducir la volatilidad.
En cuanto a la renta fija, nuestro riesgo actual es casi cero. Y afortunadamente ha sido cero durante los últimos 12 meses, que han coincidido con la mayor caída que ha tenido este tipo de activo en la historia.
Hace mucho tiempo que eliminamos cualquier exposición a fondos de renta fija de medio y largo plazo y solo recientemente hemos “picoteado” un poco en fondos de corto plazo, lo que significa que tenemos la escopeta cargada para “entrar” en fondos de renta fija cuando los tipos de interés sean suficientemente altos. Porque en renta variable tendremos una gran oportunidad —que ya estamos empezando a aprovechar—, pero la de la renta fija es literalmente histórica.
¿Y por qué no esperar? No comprar nada y hacerlo todo cuando se tenga más visibilidad. Pues muy sencillo: por el componente psicológico que existe en las inversiones y porque esa visibilidad no será inmediata.
Los mercados son muy traicioneros. Ya hemos visto como en junio tuvimos una subida muy importante que luego se quedó en agua de borrajas. Este tipo de situaciones, que no son nada anormales en un mercado bajista, nos muestran que para poner toda la carne en el asador tendremos que estar muy convencidos de que es un cambio de tendencia de medio plazo. Estamos invirtiendo, no somos “traders” de corto plazo.
Esto significa que para cuando tengamos suficiente seguridad de que ha cambiado la tendencia y que no vamos a tener que recoger rápidamente velas, el mercado habrá tenido ya una subida importante. De hecho, cuando se produce un cambio de tendencia, el grueso de la rentabilidad se genera en los primeros movimientos. Lo que en los mercados se conoce como “perderse el primer euro”, que normalmente es bastante más que un euro.
Volviendo al ejemplo anterior, en el rebote que se produjo en el mes de junio, el S&P 500 subió un 16 %, y algunos sectores mucho más. Y fue sin ningún tipo de confirmación de que la inflación estuviera bajando. Si se produjera un cambio a la baja en la inflación, el rebote sería mucho mayor y mucho más rápido.
Otro ejemplo: imaginemos que hubiera un alto al fuego en Ucrania. La subida de las bolsas europeas sería espectacular, porque el mayor problema de Europa es sin duda el efecto rebote de las sanciones a Rusia y la respuesta de Putin con el gas, que está hundiendo a la industria europea y al euro y disparando la inflación. Ciertamente, los precios de las empresas europeas son tremendamente atractivos, pero solo podemos picotear, porque para poner carne en el asador tendríamos que tener confirmación de dicho alto al fuego y la esperanza, por lo tanto, de que se relajaran las sanciones.
No nos importa limitarnos a “picotear”, porque en un escenario tan volátil como el actual sería tremendamente arriesgado poner toda la carne en el asador. Como decía Ángel Nieto, el famoso piloto de motos español, “cuando no sea estrictamente necesario, arriesga solo la mitad”.
Nosotros de momento estamos arriesgando poco. El peso de la renta variable de nuestras carteras es muy reducido en comparación con los niveles que puede tener cada perfil de inversión, reducción que se recomendó desde el mes de abril.
Además, hemos procurado que el importe del “picoteo” esté en sectores que ya hemos comprobado que suben con fuerza cuando rebota el mercado. Ya los hemos visto rebotar en junio. Y van acompañados de fondos más conservadores dentro de lo que es la renta variable, para reducir la volatilidad.
En cuanto a la renta fija, nuestro riesgo actual es casi cero. Y afortunadamente ha sido cero durante los últimos 12 meses, que han coincidido con la mayor caída que ha tenido este tipo de activo en la historia.
Hace mucho tiempo que eliminamos cualquier exposición a fondos de renta fija de medio y largo plazo y solo recientemente hemos “picoteado” un poco en fondos de corto plazo, lo que significa que tenemos la escopeta cargada para “entrar” en fondos de renta fija cuando los tipos de interés sean suficientemente altos. Porque en renta variable tendremos una gran oportunidad —que ya estamos empezando a aprovechar—, pero la de la renta fija es literalmente histórica.