Hay estudios antropológicos que muestran que, en su estado más primitivo, el ser humano está constantemente pendiente del peligro. Tiene toda la lógica. En la selva lo más importante es evitar el peligro de ser atacado y devorado por un depredador.
Ahora estamos en otro tipo de selva, pero parece ser que ese instinto permanece. Y probablemente por eso lo que más ha vendido siempre en los medios de comunicación son las malas noticias. Y, como veremos, ahora más que nunca.
En el gráfico n.º 4, el de arriba (a) mide el sentimiento económico en los EE. UU. desde 1850 basado en las noticias. En el de abajo se añade y superpone el sentimiento NO económico, basado también en las noticias (línea roja). Las noticias cada vez generan más pesimismo. Y nosotros nos preguntamos: ¿no tendrá que ver también con el auge de Internet y las redes sociales?
Porque la sociedad es ahora mucho más pesimista que en épocas mucho peores y, curiosamente, ahora las noticias son mucho más negativas que entonces. Y, también curiosamente, lo que genera más seguidores y “likes” en las redes sociales y visionados en YouTube es todo aquello que genera desasosiego. Solo hay que ver los titulares
Gráfico n.º 4: Sentimiento económico y no económico en EE. UU. basado en las noticias
Vía Álvaro Ortiz / BBVA Research & IEBusiness
Los medios cada vez utilizan más el recurso del miedo y, aunque aquí no aparezca, se ve reforzado por la llegada de las redes sociales a nuestras vidas.
Esto, que suena a estudio de sociología o antropología, es algo muy importante para los inversores, porque tiene consecuencias directas en sus decisiones de inversión y, por lo tanto, en los resultados. Viven —vivimos— cada vez más en una realidad paralela cargada de pesimismo donde el futuro es siempre muy negro.
En esas condiciones psicológicas es muy difícil asumir riesgos, pero asumir riesgos controlados es la única forma de ganar dinero. Los inversores se bloquean y llevan años en depósitos u otras inversiones hiperconservadoras mientras con carteras de inversión conservadoras o de riesgo moderado podrían haber triplicado o cuadruplicado los resultados de esos depósitos e inversiones hiperconservadoras.
La cura frente al pesimismo exacerbado y su alto coste de oportunidad es repetir el “mantra” en el que insistimos constantemente: “datos, no relatos“. Seamos pesimistas cuando los datos así lo indiquen, optimistas en caso contrario. Es bastante más sencillo eso que tener que estar especulando y tratando de interpretar la realidad paralela que se crea en los medios de comunicación y las redes sociales.