Acabo de publicar en Subastanomics un artículo sobre la pésima idea de comprar una parcela a medias entre dos amigos con la idea de que cada uno de ellos se construya su propio chalet. Esto, que en principio podría parecer la solución para conseguir acceder a ciertas urbanizaciones de lujo cuyos precios están más que disparados, puede ser el comienzo de una mala pesadilla, como explico en dicho artículo.
En al post explico, además, la gilipollez que cometió cierta persona, que tras su separación cometió una variante del error que he mencionado en el párrafo anterior, pero que en vez de cometerlo con su mejor amigo, lo hizo con su ex mujer. El pronóstico no puede ser peor.
Lo primero que te recomiendo es ir a Subastanomics y leer ese artículo. Es muy interesante.
Y ver este vídeo, en el que también trato de este mismo problema.
Pero hay una variante que no he comentado ni en el artículo de Subastanomics ni en el vídeo y que me he dejado expresamente en el tintero para comentarla aquí, en Rankia.
¿Qué pasa con esa gente -generalmente exitosa- que cuando son mayores y están a punto de jubilarse y sus hijos ya comienzan a tener hijos, deciden comprar una parcela grande y construir en ella una vivienda para cada miembro de la familia?
Ejemplos de estos he visto muchos. Algunos lo hacen construyéndose una magnífica casa para ellos y luego varias más pequeñas para sus hijos. Otros construyen un súper chaletaco que por fuera parece una sola unidad, pero que por dentro está subdividido en varias viviendas. Otros construyen dos o tres pareados, etc.
La ventaja para los abueletes es innegable, pues consiguen tener junta a toda su familia. Ya no necesitan que sus nietos les vayan a visitar, porque les tienen junto a ellos y les pueden ver siempre que quieran.
Pero como inversión, no puede ser peor. Ni metiendo el dinero en la bolsa de Bagdad se va a perder tanto como construyendo varias viviendas en una única parcela indivisible.
El único futuro de semejante barbaridad es un bulldozer aplanándolo todo una vez fallecidos los abuelos y tras finalizar la posterior encarnizada batalla legal.
Alguno de los hijos querrá vender la propiedad para irse a vivir a otro sitio. Otro querrá seguir ahí porque le sale gratis. A otro le habrá convencido su mujer de que lo mejor es vender su parte indivisa y salir corriendo, etc.
Esto solo puede acabar en una disolución judicial del proindiviso, tras cuya subasta, el adjudicatario, o bien alquilará las viviendas o bien lo tirará todo para devolver la parcela a su estado original.
Y lo que es seguro es que el precio de adjudicación será una mínima fracción de lo que le costó a los abuelos comprar la parcela y construir las casas.
Así que, para mantener unida a la familia, mejor pensemos en otra cosa.
Y vosotros, queridos lectores que me soportáis con paciencia, ¿conocéis ejemplos de lo que acabo de tratar?