Amigo Neuroesceptico, has dado en el clavo. El problema del inmotivado absentismo laboral de los funcionarios durante su horario de trabajo es absoluta responsabilidad del superior inmediato de tal funcionario; de manera que es éste quien debe controlar la "productividad" de sus subordinados.
Independientemente de la cuidadosa selección del funcionario, más exquisita aún debe ser la selección del inmediato superior, tenga la categoría profesional que tenga.
Si yo tuviera una empresa, mi jefe de Departamento o mi jefe de Personal serían responsables directos de esa negligencia. Quiero decir con ésto que la Administración requiere un cambio estructural que permita un funcionamiento semejante a la empresa privada. En tal caso, su productividad --es decir, los servicios que presta al ciudadano-- sería equiparable a la de la empresa prvada. Y los ciudadanos se mostrarían más satisfechos del servicio prestado.
El Régimen Disciplinario de los Funcionarios de la AGE es muy riguroso, pero lamentablemente ningún funcionario de nivel medio se busca problemas con un inferior incumplidor y caradura. No es su negocio, dicen ellos. Ese es el gran problema, que no es su negocio, pero se olvidan que ese es el negocio "de todos", olvidando también --y lo que es más grave aún-- que su función es precisamente la de "servicio", es decir, "servir" a los demás, no simplemente "atender" a los demás.
Mira, ya en los mediados de los 90 se puso en marcha el control de la Productividad en un órgano muy relevante de la Administración. En principio ocasionó problemas porque cada uno debía ser "evaluado" por su inmediato superior jerárquico según su productividad y, además, suponía indirectamente una subjetiva "comparación" de un funcionario respecto de su compañero de trabajo. Todo ello ocasionó un gran malestar inicial. Se cometieron algunas injusticias o irregularidades del sistema en las primeras evaluaciones, pero finalmente se consiguió ese "control" que permitió que el "más productivo" cobrase más que incluso su propio superior. ¡Qué curioso!, ¿verdad?
Lo malo del caso es que, cuando la Adinistración entendió que el problema podía extenderse a otros órganos administrativos --cosa que no se atrevió a repetir con éxito nunca más-- y que en el de origen ya se había solucionado, acabó por relajarse el abono de la productividad hasta constituir solo un recuerdo. Naturalmente, la Administración optó por "trasladar" el dinero de ese concepto a otros menesteres (probablemente a pagar Asesores o enchufados en otro Ministerio).
Sólo puedo decirte que esa Institución del Estado es hoy, y desde hace más de 15 años, la más valorada del Estado, incluso por encima de la Casa Real y, por lo general, goza del aprecio y consideración de los ciudadanos.
Discúlpame por la extensión, pero más breve es imposible. Saludos