Pues mira, te diré. En mi primera experiencia como funcionaria, me vi obligada, así como lo lees, a ir a tomar el dichoso café a las 10 de la mañana, porque me di cuenta de que ya empezaban a mirarme como un bicho raro (en el organismo donde estaba había cafetería en el piso bajo) y me insistían, día sí y día también: Mujer, toma un cafetín, que viene bien, (no seas rara, les faltaba añadir). Yo no quería tomar el dichoso café porque era un gasto diario que no quería asumir, pero tuve que pasar por el aro. Bien, en mi segunda experiencia funcionarial, lo primero que me dijo mi compañera era la hora en que ella salía y que después podía salir yo, una hora, dos o lo que hiciera falta, como si me quería ir a casa a hacer la comida -palabras textuales-.También tuve que pasar por el aro si no quería correr el riesgo de que me miraran malamente, porque parece que, si no haces lo que ellas, es como si las denigraras, las juzgaras y las condenaras.
En el primer destino trabajé unas 2 horas al día de las 8 de jornada. En el segundo destino vine a trabajar unas 5 horas diarias. ¿Qué os parece?
Con esto no quiero decir que en todos los puestos funcionariales se trabaje igual de poco, pero que hay sitios en los que se tocan las narices, también lo digo.
Y derecho a tomar un café pues sí se tiene, cómo no, pero, trabajando tan poco, con 10 minutos para tal menester, sobra.