Re: Convertibles Santander Octubre 2011"
En este espacio, quizá sí queramos todos aprender, pero "ahí" fuera, en esa otra dimensión, hay suelto cada Oráculo de Delfos, prepotente y sabelotodo que da gusto (o más bien todo lo contrario), a quienes no se les puede ni tocar, ni corregir, ni decir ni mu. Son dioses y no se puede discutir nada de lo que categoricamente afirmen, aunque estén metiendo la pata hasta el zancarrón una y otra vez...
Mirad, tengo un defecto feísimo al redactar -varios-, además de que pongo tildes de sobra y otras veces me olvido de ellas, una amiga filóloga hispánica siempre me dice: "no empieces las frases con "Y" y no las acabes con un verbo": --¡Y es que no lo puedo evitar!--, jajajaaa
Todos cometemos faltas, todos -a veces solo son erratas tipográficas- y ya sabes, quien no cometa ni una que arroje la primera piedra. Estaré encantada de ser corregida, mejoraré gratuitamente mi Ortografía y se lo agradeceré. Quedan pocas cosas gratis y como sigan recortando, menos que van a quedar.
Y quien dice Ortografía, dice cualquier otro tema. Si se me explica la belleza de una mascletà, igual la empiezo a ver, o la de un cuadro abstracto o del Romanticismo, da igual, o la de una pieza musical.
A mi barbudín le suelo reiterar: "Jo, qué raros somos". Y el me contesta, no, raros son los otros, jajajaa. Depende de cómo lo mires. ¿Qué es ser raro? ¿Qué es ser normal?
Dicen que la experiencia es la madre de la ciencia y el padre debe ser la educación y la formación académica. Hay que compaginar ambos: Un médico que acaba de salir de la Facultad, no sabe mucho. Cuando haya atendido a tropecientos mil enfermos, empezará a saber. Lo mismo digo de nosotros, los boticarios. Cuando salgáis, nos decía una Catedrática, estaréis preparados para empezar a aprender. Algo de razón ya tenía, ya.
Tengo amigos en Valencia, en Sueca, en Xirivella, en Bunyol. Viven las Fallas de maneras muy diferentes. La de Xirivella, no me olvidaré en la vida, en su cumpleaños sus padres le enviaron a Pamplona una traca enorme, la pusimos extendida en el campo de baloncesto del Mayor y la encendió. ¡Una pasada, costaba 40.000 pesetas, de aquellos entonces! Mientras hacía pum pum, pensé yo para mis adentros, menuda manera más tonta de quemar el dinero y la miré a los ojos y estaba emocionada, llorando de alegría y entonces comprendí que ella y yo escuchábamos el pum-pum de maneras muy distintas. A ella le hacía vibrar, le saltaba el corazón en el pecho. A partir de ese día entendí claramente que respetar profundamente los sentimientos de los demás es necesario, que aunque a veces sean radicalmente distintos a los míos, son humanos, amables, vivos y merecen toda consideración.
Han pasado los años y sigo sin entender el pum-pum, sin disfutarlo, pero ahora sé que alguien llora de emoción cuando lo escucha y eso me llena de pudor y respeto. Hay que ser humilde, no queda otra. A los orgullosos y soberbios la vida les va poniendo poco a poco en su sitio. Como la crisis ha puesto muchas pijaditas en el baúl de los olvidos.
La crisis no ha sido solo económica, también de valores y estos también volverán, si no están llegando ya: la solidaridad, el compañerismo, la ayuda desinteresada...
Solo los miserables se obcecan por intentar seguir haciendo daño, incluso a toro pasado. ¡Qué sucios se deben sentir!
Estos años atrás han sido muy duros para mi familia. Se nos juntó todo. Recuerdo que un día os encontré y me animásteis mucho, con vuestras conversaciones, con vuestros temas. Lo bueno es no estar siempre de acuerdo con todo, porque si siempre hay que estar diciendo "amén Jesús" a todos los postulados de tu interlocutor, el diálogo se convierte en monólogo y aburre, por lo menos a mí.
He tenido que convertirme, reconvertirme en guerrera, luchadora "a toda ultranza" emulando a Tirant Lo Blanch. A la fuerza, ahorcaban y tocaba patalear. Jamás olvidaré esta dura experiencia. Mi abuela me decía que de toda experiencia negativa hay que aprender a buscar algo positivo para nuestra vida.
Alguien que osa erigirse en líder espiritual de mi moralidad, me dice que debo perdonar y olvidar... Quizá tenga razón, no como moralista porque su moralina es baratieri y de pacotilla, pero para dejar de sufrir, hay que intentar pasar página. Lo malo es que la cabeza almacena información y por más que lo intentes el día menos pensado, zas, te viene a la memoria la cara de aquel sucio desalmado.
Por de pronto me siento más fuerte, con más ganas de seguir luchando, con ganas de vivir, que hubo un momento en que se disiparon... y los trolls ya no me hacen daño, bueno, a veces hasta me hacen reír de lo patéticos que me resultan. Te prometo que no entiendo a esta gente. ¿Tan vacías son sus vidas que tienen que entrar en un foro democrático de libre opinión para tocar las narices a quien se topen, sin conocerle de nada y sin saber de lo que nos ha pasado, de la Misa la media? ¿Les pagarán por dar la brasa? ¿Se divertirán?
Probablemente sean preguntas que se queden sin respuesta, pero ahí quedan. A ver si algún día un troll necesita algo y recibe la ayuda de alguien a quien en un momento del pasado hirió con saña.
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¡Disfutad el momento! Disfruta cada momento, no vuelven. La vida solo se vive una vez y ha de ser intensamente.
Un saludo cordial.
Si un amigo es de verdad, su amistad perdura en el tiempo y con la distancia.