Aguirre se va, y con ella toda esperanza de que este país logre poner en marcha una auténtica política reformista y adopte una estrategia de austeridad pública capaz de asentar sobre bases sólidas la recuperación económica.
Se marcha el último referente liberal que tenía el Partido Popular, ahora una formación netamente socialdemócrata, que era lo que quería su máximo líder, Mariano Rajoy. El ansiado viaje al centro al fin se ha completado, y el panorama político nacional es, ya definitivamente, un páramo. Entre tanto, España avanza peligrosamente hacia la peronización. En Argentina, desde hace décadas, gobierne quien gobierne, rige un socialismo populista –de derechas o de izquierdas– absolutamente corrupto y empeñado en hundir la economía.
A diferencia de la cúpula del PP, Aguirre reivindicaba unos principios firmemente asentados en la defensa de las libertades individuales y la propiedad privada. Pese a sus errores, la ya expresidenta de la Comunidad de Madrid demostró que las políticas liberales no sólo son posibles en la España actual, sino que funcionan: ahí están los datos de la economía madrileña. No por casualidad Madrid es hoy la región más libre de España, la tercera más rica –tras las comunidades forales– y la que cuenta con un sector público más saneado.
Los socialistas sabían de sobra que no podían con el liderazgo de Aguirre, de ahí el odio que le profesaban. Su marcha, sin duda, habrá sido festejada con champán en el PSOE y en IU. Pero también habrá agradado a algunos dirigentes del PP, que veían en ella a una sólida candidata para liderar el partido en caso de una hipotética –para nada improbable– caída de Rajoy.
Más allá de la reacción que haya provocado en la clase política, la tragedia de la dimisión de Aguirre radica en que ha dejado huérfanos a la mayoría de los votantes madrileños, a cientos de miles de militantes populares y, lo que es peor, a los millones de españoles que, sin saber conscientemente que era su última esperanza, desean que España salga del atolladero cuanto antes para, así, volver a crecer con fuerza y generar empleo.
Se va Aguirre, qué pésima noticia. El único punto positivo es que ha creado escuela en el PP madrileño. Esperemos que sus sucesores estén a la altura.
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“Los dos guerreros más poderosos son paciencia y tiempo.” (León Tolstoi)