Con la expropiación de YPF ya en marcha y Repsol en vías de quedar en fuera de juego en el mercado argentino, el Gobierno de Cristina Fernández de Kirchner busca nuevos socios. El epicentro de la batalla es Vaca Muerta, un megayacimiento en la provincia de Neuquén con un potencial de 28.000 millones de barriles de crudo y gas, suficientes para cubrir el consumo del país durante una generación, según adelanta hoy Expansión en Orbyt.
Repsol da a entender que la razón oculta del expolio es que el Gobierno argentino quiere apropiarse de su éxito exploratorio y el potencial de Vaca Muerta, como si YPF fuera la única concesionaria del yacimiento. Pero no es así. Es cierto que Repsol, a través de YPF, tenía la mayor parte de los bloques asignados, con unos 12.000 kilómetros cuadrados, de un total de 30.000. Pero, desde hace dos años, en ese yacimiento, aún en fase muy inicial de exploración, habían ido tomando posiciones más de una docena de petroleras, muchas de ellas de Canadá y de EEUU. Es notorio que el Ejecutivo de Obama se ha pronunciado contra la expropiación de YPF de una forma menos contundente de lo que le gustaría al Gobierno español.
A Vaca Muerta o zonas adyacentes, han ido Exxon, Chevron, Shell, Total y Petrobras; grupos medianos como Apache, Americas Petrogas y EOG Resources; y compañías locales como Panamerican Energy (donde está British Petroleum), entre otros. A través de todo tipo de asociaciones, algunas con la propia YPF, esas petroleras han ido adquiriendo bloques exploratorios en Neuquén. El Gobierno argentino no solo no ha tomado medidas contra esas petroleras. Además, ha colgado el cartel de “bienvenido”, siempre que no sea Repsol.