En mi opinión, es muy complicado saber donde se puede invertir y por eso no me gusta la facilidad en ASEGURAR de algunos/as en sus vaticinios, que se convierte en temeridad.
La única realidad en la vida moderna y más en el mundo de la inversión y en los capitales, es que todo cambia demasiado rápido como para estar SEGURO de algo, y por eso pienso que es más fácil saber donde no es recomendable por el tiempo o momento, que dónde si lo es.
En mi humilde opinión, el mundo de la inversión es tan cambiante en sus variables que el inversor tiene que estar muy preparado para poder adaptarse a situaciones impensables e incluso a contracorriente de los dogmas demasiado rígidos, que al final son siempre "modas pasajeras".
Y lo más razonable, después de tantas y tantas burbujas que se decían que nunca pincharían, es que cuando a largo plazo e historicamente hablamos de retornos del 500 por ciento en poco tiempo como en este caso, se puede hablar de agotamiento en una inversión o refugio, como se quiera llamar, porque son caras de una misma moneda.
La seguridad y riesgo en una inversión son tan cambiantes, que haciendo un símil cuando hay estampidas en grandes aglomeraciones o agrupamientos (ejemplo Madrid Arena), el miedo o pánico en lugar de ser un factor de adaptación, se convierte en la causa de los mayores problemas porque el hombre está adaptado de forma evolutiva para la Selva o un medio natural, no para cambios tan rápidos en los que una variable completamente nueva, de muchísimas en un sistema complejo, es la que puede determinar el resultado.
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Como se ganaba casi siempre, pero con muy poco margen, el fondo decidió apostar por el apalancamiento para acelerar los beneficios. "¿Quién podía dudar de un genio de Wall Steeet como Meriwether y de dos premios Nobel"? reflexiona Cárpatos. Pero se fue el principio del fin. Al principio los resultados fueron buenos y el dinero llovía a espuertas. En el 95 y el 96 el fondo ganaba "sin riesgo", según ellos mismos, rentabilidades del 40%. Y en el 97, las ganancias eran del 20%. En teoría, habían encontrado la fórmula perfecta. Hasta tal punto que habían utilizado los 2.000 millones que tenían en caja para obtener garantías de los bancos por 125.000 millones en títulos prestados para invertir con su fórmula mágica de arbitraje. Pero...la gran explosión estaba al caer.
Todo sucedió con la crisis rusa de agosto de 1998. Pero no fue, como muchos creen, por haber invertido excesivamente en títulos rusos. Ellos arbitraban con diferenciales. Por tanto, al llegar la devaluación rusa, el diferencial de los bonos americanos a 30 años y el de los otros bonos rompió todos los niveles conocidos hasta entonces. Y por supuesto, el sofisticado modelo matemático del fondo no lo tenía previsto. Es más, el modelo se puso a la contra. Cuanto más miedo había, más se refugiaban los inversores en bonos americanos y más se ampliaba el diferencial, con lo que el sistema invertía más pensando en que esa anomalía se corregiría más pronto que tarde. Eran lo que le habían enseñado los matemáticos, lo que habían programado. Y el modelo no contemplaba un acontecimiento imprevisto como la devaluación rusa.
Así, como el fondo esta tremendamente apalancado, "las pérdidas comenzaron a ser enormes", reflexiona Cárpatos. En agosto, LTC tenía unas pérdidas del 50% y dos meses después, el dinero se había evaporado, enganchando a multitud de bancos importantes de Estados Unidos. Incluso la FED tuvo que intervenir para evitar una quiebra del sistema. "Ahí aprendimos todos que el sistema automático perfecto no existe y que todos tienen su punto flaco", recuerda Cárpatos.
http://www.finanzas.com/noticias/empresas/20130430/exploto-long-term-capital-2299230.html
Un saludo