A uno de los inversores españoles por
el que siento no diría admiración, sino
casi reverencia religiosa, le preguntaba
esta semana cuál sería lo más alto que
pagaría el PER (veces que está dispuesto a
desembolsar en el precio del título el beneficio
de una compañía) de lo que más le gusta
en bolsa en el momento actual. “Doce”, respondió
inmediato, directo, mecanizando una
pauta de actuación casi lógica. Hablábamos
casi inmediatamente después de Telefónica,
y le preguntaba si el castigo que está sufriendo
la operadora responde a una decisión equivocada
de inversión respecto a otros gigantes
europeos, cuando es la única que puede
decir que tiene fibra para ir y volver a la luna,
y los demás ni tienen para llegar ni, mucho
menos, saben cómo van a volver. Crecido en
mis reflexiones, le puse a Cellnex como una
idea extraordinariamente más brillante por el
crecimiento que genera la introducción del
5G. El genio de la lámpara volvía a salir y minimizaba
mi idea: “Con Telefónica nunca perderás
en los precios actuales un 80 por ciento”...
Y el genio tiene razón.
Si por el motivo que fuera llega una tecnología
que cambia intrusamente las comunicaciones,
el PER 2018 que hoy pagamos
por el vertiginoso crecimiento de
Cellnex, 60 veces, se normalizaría brutalmente.
En Telefónica, en los precios actuales,
pagamos un PER 2017 en torno a 11,5 y
del 10,5 con el resultado esperado para
este año. Para echar más leña al fuego, el
comentario entre los que seguimos el mercado
es que por primera vez Iberdrola va a
superar en capitalización a Telefónica.
La eléctrica presidida por Ignacio Sánchez
Galán está a punto de valer más que
la Telefónica de José María Álvarez-Pallete.
Lo que nunca llegaron a soñar desde Hidrola
ninguno de los Oriol (Íñigo, José María
y José Luis), ni en Iberduero Manuel
Gó- mez de Pablos, Pedro de Areitio y Pedro
de Careaga... imponerse por tamaño
bursátil a la Telefónica de César Alierta, Juan
Villalonga, Cándido Velázquez, Luis Solana
(que la privatizó)... hasta llegar a la matildes
de Antonio Barrera Irimo. Este último,
que la sacó a bolsa, le decía a Franco, “mi
general, es increíble lo que está pasando
con Telefónica. Los españoles están locos
con la telefonía, tenemos que instalarle en
el Pardo uno personal, donde quiera...”. Y
Franco le respondía: “Querido Irimo, a mí
quién me va a llamar”. A finales del los
sesenta, José Luis López Vázquez aparecía
espídico en la tele anunciando una nueva
ampliación de capital, y decía “me estarán
echando de menos, pero aquí estoy en
octubre, como siempre y con telefónicas...,
que hay que ver cómo se ponen las matildes,
y las telefónicas”. Iberdrola, que en
aquellos ancestros bursátiles era el dividendo
de las viudas, es hoy una compañía
que nada tiene que ver, internacional y
verde, muy verde, pero con un PER 2017 de
casi 16 y 2018 de más de 14 veces.
joaquin gomez el economista