La operadora eleva la presión contra el regulador para sacudirse la vitola de operador dominante, exigiendo que se contabilicen los más de 8 millones de contratos de plataformas de streaming de pago.
Telefónica quiere quitarse la vitola de operador dominante en la televisión de pago en el mercado español y todo lo que eso implica en cuanto a exigencias regulatorias. El grupo de telecomunicaciones ha elevado varios grados la presión contra la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC) para que las cifras del mercado reflejen la fotografía real de los productos audiovisuales de pago y los abonados a las plataformas de streaming audiovisual. Asegura que si se contabilizaran estas últimas cifras, que hoy son una completa incógnita, cambiaría el dibujo.
La operadora presidida por José María Álvarez-Pallete lleva con esa vitola de operador dominante desde que en el año 2015 compara el 65% de Canal+ al Grupo Prisa por algo más de 700 millones de euros, lo que le llevó a cuotas de mercado de televisión de pago de algo más del 70%. Esto motivó unos compromisos exigidos por el regulador que iban desde
la cesión obligada de los contenidos en exclusiva al resto de competidores,
principalmente fútbol, hasta la exigencia del
test de replicabilidad de sus ofertas, para que éstas no aprovecharan su posición frente al resto de rivales.
Precisamente ese año 2015,
Netflix aterrizó en España con ofertas que iban desde los 8 a los 12 euros al mes por diferentes paquetes. Unos meses después le siguió los pasos
HBO y después
Amazon Prime, Disney+ y el resto de grandes compañías. Todas ellas exigen una cuota de abonado para disfrutar de una serie de contenidos exclusivos o no.
Para Telefónica este es un producto similar a una televisión de pago, aunque se trata de un precio sensiblemente inferior al que correspondería con paquetes de TV de pago de su oferta de Fusión o de otros operadores de telecomunicaciones si se vendieran de manera independiente.
Entiende que esto cambiaría por completo la escena, pues se
tendrían que sumar los casi 8 millones de contratos en muchos casos hay más de uno por hogar al cómputo.
Hoy existen, según los últimos datos que ha hecho públicos la Comisión, un total de 8,3 millones de clientes de televisión de pago 'tradicionales'. Vodafone cuenta con 1,56 millones, el doble de los que tenían cuando entraron en este mercado tras la compra de ONO. Orange tiene 655.000. Y luego incluye una categoría que es ‘Resto’ en el que se incluyen otros servicios más allá de las operadoras de telecomunicaciones, pero sin precisarse. Telefónica suma unos 3,7 millones. Pero si se añadieran Netflix, HBO y demás, esto supondría una cuota muy por debajo del 30%.
Desde la CNMC y de otras autoridades de la competencia se han resistido a equiparar los servicios de televisión de pago más o menos lineal que tienen las operadoras de telecomunicaciones, incluyendo canales de pago lineales propios y de terceros con un servicio de streaming.
Telefónica y Atresmedia sí que introdujeron a Netflix como uno de los competidores dentro del
mercado de prestación minorista de servicios audiovisuales en la presentación a la Comisión Europea de su ‘joint venture’ de producción Buendía Producciones.
Le otorgaban una cuota de hasta el 20%, frente al 10%-20% de RTVE, ; 20%-30% de Mediaset; 30%-40% de Telefónica, y 10%-20% de la propia Atresmedia. Este reparto era del año 2019 y desde esa fecha el streaming ha crecido de manera relevante.
En esta batalla
Telefónica se está jugando mucho. Este sello de operador dominante
hace menos atractiva su división televisiva ante una potencial venta parcial a otro operador industrial. Así lo admitía recientemente el propio presidente ejecutivo, quien insistió en que debe conocer en qué condiciones va a competir en los próximos años para tratar de abordar una operación de este calibre. No es lo único que hay en juego.
También está toda la distribución de este producto dentro de Fusión o de la fórmula que se elija para paquetizar todos los servicios.
Telefónica está obligada a compartir el fútbol televisado con el resto de sus competidores
Uno de los productos más afectados es el
fútbol. Telefónica debe compartir este contenido cuando lo adquiera en exclusiva con el resto de competidores con una fórmula que contempla el número de clientes de televisión y de banda ancha fija. Junto a esto tiene
una limitación de compra de derechos durante un periodo de tres años.
En la última subasta organizada por La Liga se planteó un plazo de cinco temporadas. Y Telefónica aceptó, pero siempre supeditado a la autorización expresa de la CNMC. En la operadora se juega con la posibilidad de que el estudio de esta potencial 'luz verde' se haga ya en 2023, que es cuando toca una revisión general de las condiciones impuestas tras la compra de Digital+.
Más allá de la regulación concreta a Telefónica, hay
una queja generalizada en las telecos y 'tv' tradicionales por la falta de transparencia en la contabilidad de estas grandes plataformas. Hoy por hoy no existe una estadística clara sobre el número de clientes de Netflix, frente a los operadores tradicionales, que están obligados a aportar luz y taquígrafos. La propia Comisión ha tenido que acudir a unos números aproximados basados en la encuesta de hogares que hace de manera periódica. En base a ese trabajo estimaba recientemente que
se habían superado los 8 millones de clientes. En teoría, la nueva ley audiovisual que está en tramitación en el Congreso de los Diputados obligará a reportar periódicamente los abonados, en base a los cuales financiarán cine europeo. Pero eso ya sucede con plataformas españolas como Filmin o Rakuten TV (antigua WuakiTV), sin que tampoco salgan en la foto de las estadísticas del organismo.
La televisión se ha convertido en un arma comercial muy relevante para las operadoras de telecomunicaciones en un mercado con una convergencia tan alta. Los productos donde se incluyen contenidos premium como el propio fútbol u otros como series y películas tratan de 'vestir' productos de fibra y móvil con precios más altos. En el caso de Telefónica, los ingresos medios de Fusión son de 89,2 euros, con paquetes que llegan incluso a los 150 euros y en los que lo audiovisual sigue pesando mucho. Un negocio relevante en plena batalla por el 'low cost' y cuya regulación está en juego.