Telefónica está encontrando dificultades para aumentar su cifra de negocio. De hecho, estos resultados son el reflejo de un plan estratégico poco ambicioso, con crecimientos esperados de tan solo entre el 1% y el 2% para los próximos años.
Por otro lado, a pesar de que la empresa haya tenido pérdidas contables, las dos partidas por las que lo ha hecho (provisión por el ERE en España y deterioro del fondo de comercio por Virgin Media en UK) no suponen una salida de caja. Por ello, lo que debería ser la principal preocupación para los accionistas es su falta de capacidad para optimizar costes y sus dificultades para aumentar sus ingresos en un mercado con mucha competencia. La principal variable que está pesando a los consumidores son los precios, por lo que Telefónica tiene que optar por aligerar su estructura para poder reducir precios, o aumentar notablemente la calidad de los servicios añadidos para aumentar el margen. Una tercera vía sería diversificar su negocio a una línea más innovadora y con mayor potencial, aunque eso requiera de una mayor inversión y peores cifras a corto plazo, con la vista puesta en el largo plazo.
El problema es que no está claro que pueda conseguir alguna de estas opciones, por lo que las perspectivas futuras de la compañía no son muy buenas.
En cuanto a su endeudamiento, ya ha alcanzado niveles asumibles por la compañía, por lo que ha dejado de ser una preocupación para los inversores.
Javier Cabrera, analista de XTB