estos individuos son colocados lógicamente para seguir chupando del bote dentro del sistema clientelar de los partidos políticos, y el único papel activo relevante que pueden hacer es intermediar con el Gobierno central, comunidades autónomas o ayuntamientos para temas de impuestos, regulación de tarifas o consecución de los permisos para instalaciones. A su vez, se puede entender como un "pago" a los partidos políticos para que sean benevolentes en estos temas. El que paga el pato es el consumidor en forma de tarifas más altas. Es lo mismo con las eléctricas, telcos o cualquier sector regulado (por ejemplo, la gran distribución comercial también necesita políticos para el tema de los horarios de apertura y licencias).
A modo de anécdota, cuando Telefónica contrató a Zaplana, era en calidad de relaciones con la Unión Europea y estaba destinado en Bruselas. Como no debe de saber ni decir buenos días en inglés y ni estaba cómodo ni aportaba nada, el susodicho dijo que se volvía a España, y que si la compañía necesitaba alguna ayuda con ayuntamientos o Comunidades autónomas, que le llamaran.