La prórroga del estado de alarma precipita a España hacia otra crisis sin superar las heridas de la anterior
Cuando el Banco de España o la Autoridad Independiente de Responsabilidad Fiscal (AIReF) han señalado, de manera reiterada y en numerosos documentos, que la economía española presenta importantes debilidades ante un «eventual shock», sus palabras siempre han parecido evocar una desaceleración futura. Un tanto lejana todavía, dados el ciclo económico y las perspectivas de crecimiento.
Pero ese «shock» en forma de pandemia es ya una realidad inmediata. «Un frenazo económico», según lo definió ayer el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, tras anunciar la extensión del estado de alarma, que se materializa de un modo que difícilmente algún economista habría podido adelantar y que se produce cuando, efectivamente, España no ha sido capaz de recuperarse de las graves heridas que provocó la gran crisis desatada en 2008.
Un claro ejemplo son el nivel de deuda y los problemas que España arrastra para cumplir con los objetivos de déficit. El pasivo supera con creces el billón de euros; en términos porcentuales de Producto Interior Bruto (PIB) arroja un dato cercano al 100%; y después del fuerte repunte durante los Gobiernos de José Luis Rodríguez Zapatero y Mariano Rajoy, ni el propio Ejecutivo popular ni el de Pedro Sánchez han hecho verdaderos esfuerzos por atajar esta situación durante los años de crecimiento económico.
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Es más, España fue durante muchos años el alumno aventajado de Europa, el que volvió al crecimiento aplicando la austeridad recomendada por Bruselas pero que, sin embargo, era incapaz de ajustarse a los objetivos de desviación presupuestaria. Como consecuencia, se mantuvo más tiempo del deseable dentro del procedimiento de déficit excesivo, algo que no pareció preocupar demasiado a los Gobiernos, probablemente porque no se atisbaba un contexto económico adverso. Pero ahora que el país va a sufrir ese «shock» cuyas proporciones son todavía desconocidas, sí se ven cuáles son las consecuencias: el margen para aplicar políticas de gasto y fiscales se va a ver, al menos, parcialmente limitado y, sobre todo, cuando se supere la crisis provocado por el coronavirus todos estos desajustes van a ser aún más acusados. Porque que Europa haya relajado su vigilancia no quiere decir que no se tenga que pagar.
¿4 millones de parados?
Otro caso palmario es el elevado desempleo, cuyas cifras siguen escandalizando a Bruselas y donde la pandemia del Covid-19 amenaza con generar unas cifras espectacularmente negativas. La última Encuesta de Población Activa (EPA) del Instituto Nacional de Estadística (INE) muestra que el dato de parados roza los 3,2 millones de personas y secretario general de CCOO, Unai Sordo, apuntó ya la pasada semana que el aluvión de Expedientes Temporales de Regulación de Empleo (ERTE) afectará a cerca de un millón de trabajadores. Por lo tanto, el número de parados podría llegar a superar los cuatro millones.
De esa cifra, la mayor parte volverá, muy probablemente, a sus puestos de trabajo. Pero también parece muy factible que no todas las empresas que se acojan a un ERTE vuelvan con el mismo nivel de actividad y, por lo tanto, precisen el mismo número de trabajadores. Y para otras muchas, la flexibilización que el Gobierno va a llevar a cabo de estos expedientes no será suficiente, con lo que los despidos que acometan no se revertirán en el corto plazo.
Esto incide directamente en la situación de las familias y en su capacidad económica, otro aspecto en el que no se ha producido la recuperación necesaria tras la crisis de 2008. La encuesta de condiciones de vida del Banco de España, relativa al año 2017, revela que los hogares más jóvenes presentan todavía un 25% menos de renta que en los peores momentos de la crisis y, por del contrario, que la renta media de los jubilados es mayor que antes de la recesión. Los primeros se verán, sin duda, afectados por el empeoramiento de la economía, mientras que los segundos tienen aseguradas sus pensiones, de modo que el debilitamiento económico no hará más que agudizar esta situación.