Los maltrechos bancos turcos afrontan una crisis a cámara lenta
La restricción de la financiación puede ser efímera, pero la montaña de deuda mala persistirá
Los bancos turcos tienen dos grandes problemas: una posible restricción de la financiación provoca por la caída de la lira y una montaña de deudas incobrables. El primero puede resultar efímero, pero el segundo persistirá.
La última crisis monetaria, provocada por la destitución del jefe del banco central, Naci Agbal, por parte del presidente Tayyip Erdogan durante el fin de semana, ha hecho caer la lira cerca de un 10% frente al dólar estadounidense. El índice de bancos BIST de Turquía, que incluye a Garanti BBVA, Akbank e Isbank, ha caído un 16% en el mismo periodo.
El riesgo inmediato es que los clientes, presos del pánico, retiren su dinero o cambien sus depósitos a dólares, drenando la liquidez bancaria en divisas. La financiación mayorista es otra preocupación. Según Fitch Ratings, el sistema bancario tenía entre 45.000 y 50.000 millones de dólares de deuda en divisas a corto plazo a finales de 2020, una vez excluidas fuentes de financiación menos volátiles, como las filiales en el extranjero. Si los inversores en bonos y los bancos extranjeros se niegan a renovar las deudas a su vencimiento, las entidades locales se enfrentarían a una crisis.
Sin embargo, los precios de los bonos no implican un pánico bancario. Garanti, por ejemplo, tiene un eurobono de 500 millones de dólares que vence en abril y que se negocia a su valor nominal. Los bancos turcos tienen unos 94.000 millones de dólares de liquidez en moneda extranjera, según Fitch. En ausencia de un ataque gubernamental sobre esos saldos, los bancos deberían de tener suficiente para pagar a los acreedores extranjeros, si fuera necesario, y todavía tienen suficiente para acomodar a los clientes que cambian más cantidad de sus depósitos a dólares.
Los ahorradores turcos están acostumbrados a las oscilaciones del tipo de cambio: los prestamistas evitaron un pánico bancario en 2018, cuando la moneda se debilitó un 23% en pocos días. Parece poco probable que los clientes retiren sus fondos tras el más modesto movimiento de esta semana, especialmente cuando más de la mitad de los depósitos ya están en moneda extranjera.
Queda el crédito dudoso. A primera vista, la morosidad de los bancos turcos parece manejable, en torno al 4% del crédito total. Pero eso pasa por alto una montaña de deuda deteriorada que aún no ha sido clasificada oficialmente como morosa. En el banco estatal VakifBank, estos préstamos equivalen a aproximadamente una décima parte de los activos ponderados por riesgo. Los bancos llevan años refinanciando las deudas de las empresas de construcción y energía en dificultades.
El desplome de la lira aumentará los costes del servicio de la deuda para aquellos prestatarios que ingresan en moneda local, pero se endeudan en dólares. Ello significa que la deuda mala no hará más que empeorar, pesando sobre los rendimientos de los bancos y las ratios de capital durante años. El sistema bancario turco está en crisis, pero a cámara lenta.
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Montaña de deuda incobrable. En eso Turquía se parece a España. Se ve que el BBVA vio semejanzas y por eso decidió ir a instalarse a un país inestable gobernado por un dictador de medio pelo.