Hace unos días, el Banco Central de China anunció un importante paquete de estímulos económicos, que incluye una serie de medidas para dar soporte al debilitado sector inmobiliario, especialmente el de la vivienda. Esta iniciativa refleja la clara intención de las autoridades chinas de revitalizar uno de los sectores clave para su economía.
Entre las medidas destacadas se encuentra el recorte del tipo de interés de los repos (operaciones de recompra en las que una entidad financiera vende a un inversor un activo con el compromiso de readquirirlo en una fecha y a un precio determinados) a siete días, reduciéndolo del 1,7% al 1,5%. Además, el Banco Popular de China decidió reducir el coeficiente de reservas obligatorias de los bancos al nivel más bajo desde 2020 y disminuyó el requisito de pago inicial mínimo para la compra de segundas viviendas del 25% al 15%.
A estas medidas iniciales se sumaron otras, como la creación de un fondo de préstamos de 800.000 millones de RMB (unos 114.000 millones de dólares) destinado a incentivar la inversión en los mercados de capitales del país. Este fondo incluye capital para prestar a empresas, facilitando la recompra de sus propias acciones, y para financiar instituciones financieras no bancarias, como aseguradoras, con el objetivo de adquirir acciones locales.
Por otra parte, desde el Politburó se ha informado que se implementará un ajuste más amplio y anticíclico de las políticas fiscales y monetarias. Aunque los detalles sobre estos ajustes aún son escasos, el anuncio ha sido bien recibido por los inversores, dando un respiro a los mercados bursátiles chinos, que venían mostrando signos de debilidad en los últimos años.
Hasta ahora, el presidente Xi Jinping, en su intento por retomar los principios de un socialismo más puro, se había mostrado reticente a implementar paquetes de estímulo financiero o fiscal para impulsar el crecimiento económico. Mucho menos estaba dispuesto a apoyar un sector inmobiliario que, en sus palabras, consideraba un "nido de especuladores". Si bien esto podría ser cierto, el ciudadano chino promedio es quien ha estado pagando el precio de esta crisis inmobiliaria, ya que su exposición a dicho sector ha generado un impacto negativo en la economía del país.
Los recientes movimientos en los mercados financieros sugieren que los estímulos finalmente han atraído la atención de los inversores. Miles de millones de dólares han salido de los fondos de inversión monetarios más grandes del mercado para dirigirse a fondos de renta variable, lo que indica un renovado interés por el mercado de valores chino. El volumen de operaciones en el índice CSI 300 ha repuntado considerablemente, aunque todavía se encuentra lejos de los niveles que alcanzó en 2015. A pesar de la recepción positiva de los anuncios, persiste un cierto escepticismo entre los inversores debido a factores como la guerra comercial en curso y el proceso de deslocalización de muchas compañías occidentales.
Por ejemplo, el Departamento de Análisis de Nomura ha advertido que “el mayor repunte bursátil en China en 16 años puede convertirse rápidamente en una crisis”, destacando que la economía china se encuentra en una posición mucho más debilitada que antes de la pandemia. Y es que, aunque las medidas anunciadas han generado un optimismo inicial, no está claro si serán suficientes para mitigar los riesgos económicos a largo plazo.
El contexto global también ha influido en esta dinámica. El optimismo generado tras el recorte de los tipos de interés en 50 puntos básicos por parte de la Reserva Federal de Estados Unidos y la expectativa de que la economía estadounidense podría evitar una recesión profunda a través de un “aterrizaje suave” ha impulsado también los activos de riesgo en China.
En un mundo tan interconectado y globalizado, las repercusiones de las medidas chinas no se han limitado únicamente a sus propias bolsas. El CAC 40 francés, uno de los índices europeos más expuestos a la economía china debido a la presencia de grandes compañías del sector lujo, ha experimentado una notable mejoría en las últimas sesiones. Esto ocurre a pesar de la preocupación que persiste en Francia respecto al elevado déficit fiscal y a la reciente solicitud del nuevo gobierno de una prórroga para presentar sus planes de reducción.
Esta preocupación se ha reflejado en el aumento de la prima de riesgo francesa, que ha alcanzado niveles similares a la prima española, situándose en cifras que no se veían desde la crisis de deuda europea de hace más de una década. Pero este es un tema que, sin duda, merece un análisis aparte y que abordaremos más adelante.