Los Años del Destape y el Perseverar.
Como es la adolescencia, estimados conforeros. Recuerdo que por aquel entonces me practicaba el onanismo con insistencia (modificado del origina). Además de con el portafolio de títulos y los cupones (adecuadamente plastificados), con la Duquesa de Alba, Carmen Sevilla y las piernas de Conchita Velasco, que con el tiempo, y aún siendo yo medio mancebo, serían sustituidas en mis clases de zambomba por las aún más insinuantes Bárbara Rey, “El Felpudo de la Cantudo”, Susana Estrada, Nadiuska y tantas otras. Estas últimas tuvieron su apogeo entre 1975 y 1978. ¡Justo esos tres años la bolsa añadió un 55,07% de caída! Un mínimo histórico para todo el mercado, y es que nuestro Martillo de Herejes, la “Lucecita del Prado” con la que llevábamos flores a porfía y a María, fue a “morirse” PRECISAMENTE justo cuando la crisis energética hacia suelo y sin tiempo a recuperarnos ni de lo de Carrero Blanco (ni mencionar en público añadido alguno en lo que respeta a los dos acontecimientos por lo que más quieran).
La tragedia hizo especial mella en las Matildes, que se desplomaban muy por debajo de la mitad del precio de cuando J.L Lopez Vazquez las anunciaba en TVE. Figúrense el despropósito mayor, los pobres aguantando posiciones como los grandes! Pensaba yo: ¿y para esto tanto anunciarlas?
¡¡¡Imagínense (ahora que pueden intentarlo merced a las recientes circunstancias) como estaban mis ánimos señores!!! ¡Mis activos mobiliarios patrimoniales acuñados concienzudamente desde la niñez y siempre celebrados entre canticos y alegrías en el añorado 1500 de mi padre!; ¡mi papel de viudo de calidad comprado diez años antes justo al borde de la Guerra de Los Seis Días y la crisis petrolera, años de privaciones y de mensualidades, cumpleaños y reyes infantiles y adolescentes cotizando hasta un 80% por debajo! Todas esas imágenes del pasado se repetían una y otra vez en mi cabeza. Hasta la Familia Real vendió casi todos sus Palacios y bienes recién heredados por temor a que aquel chollo no les durase demasiado. ¡Muchas empresas desapareciendo por ser inviables sin el apoyo del Antiguo Régimen! ¡Otras porque las maletas de dinero no llegaron al lugar adecuado! ¡¡¡ Y encima añádanle el oprobio personal de saber que todo el desaguisado era consecuencia de un magnicidio perpetrado por mí !!!; ¡por mi conspiración para aplazar el examen de Iniciación a la Economía de COU y terminar la tensión de aquellos desquiciados días!
Los años de destape de la Estrada y la zambomba no aplacaban los ánimos del joven personal inversor que terminaba malvendiendo, pues no tenía unos nervios de acero y ni un pulso de relojería suiza. Añadan que la pertinaz inflación acumulada varios años no dejaba “ni pa café” y entenderán mínimamente el desastre.
Pero volvamos de nuevo al principio de esos hechos. Dos días después de mi llamada a Paquillo para que hablase muy en serio con el cardiólogo de Nuestro Jefe de Estado, Arias Navarro, entre sollozos, y con una semblante que me recordaba a mi progenitor, abrió el testamento de Franco ante los españoles de Bien y nos lo leyó ante las cámaras. Para mi desconcierto, no había títulos de eléctricas ni deuda pública alguna, amigos, pero sí una petición que asemejaba suplica dictada entre estertores mientras un cable del cardiólogo se soltaba: PERSEVERANCIA, unidad, fuerza….quedé unos minutos boquiabierto en silencio.
Por alguna extraña razón, yo sentía que le debía a ese hombre algo....Si amigos míos, si... ME JURÉ NO VENDER.
Así fue como se renovó en los corros de los mercados con mayor fuerza La Leyenda del Largoplacista Baruch. Renací entre mis cenizas como Ave Fénix que abraza con la fuerza de sus alas a su amada cartera de títulos.
Paquito y Tomasin, gregarios a la postre, me siguieron con la boca seca y los ojos llorosos; y así, con los violentos bramidos y ofensas de mi padre como telón fondo, el juramento fue sellado con sangre.
Que tengan unas muy buenas fin de semana y no se precipiten haciendo alguna operación de la que se puedan arrepentir.