En medio de un escenario de concentración bancaria como el que se está vislumbrando en la actualidad, el mundo financiero y los mercados estaban absolutamente sorprendidos por la negativa de Banco Santander a entrar en el juego de fusiones. La explicación quedó en un soberbio «nosotros jugamos en otra liga» porque, según los responsables, el banco no necesita realizar este tipo de operaciones corporativas para crecer.
No obstante, resultaba muy extraño. Durante meses el mercado estaba muy pendiente de un posible acuerdo para la
fusión con BBVA, operación en la que, tal y como publicamos en Diario16, el banco presidido por Ana Patricia Botín hubiera logrado sin problemas cubrir una
ampliación de capital por un valor aproximado de 20.000 millones que pondría fin a los
problemas de solvencia del Santander, además de que el Banco Central Europeo hubiera estado encantado con una operación de este tipo. Sin embargo, la crisis que pudiera haber en el BBVA por la contratación del excomisario Villarejo no ha hecho tanta mella en la entidad vasca y, además, la gran operación de venta de su filial en Estados Unidos le ha colocado en una situación de ventaja competitiva.
Entonces, ¿por qué el Santander sigue manteniéndose al margen de todo este escenario?
La respuesta a ello está en las estrategias que se están aplicando desde el pasado mes de noviembre y que tienen como final una gran operación de fusión corporativa con un banco que se encuentra en el top 10 del sistema financiero mundial. Fuentes del sector financiero consultadas por Diario16, confirman que se trataría del HSBC y que, con esta operación, se lograría la creación de la mayor entidad financiera del mundo con 4,23 billones de dólares en activos, por encima de los grandes bancos chinos.
Santander One, la primera piedra del proceso
En los últimos días del mes de octubre, coincidiendo con la Junta General de Accionistas, el Santander anunció la creación de «Santander One» y colocó al frente del mismo a António Simões, un experimentado directivo de banca que, casualmente, procedía de HSBC, donde durante más de una década lideró distintas unidades de negocio en Londres y en Hong Kong y donde ocupó cargos como director de Banca Privada del Grupo HSBC o consejero delegado de Reino Unido. Anteriormente había sido socio de McKinsey & Company, además de trabajar para Goldman Sachs.
Ana Patricia Botín anunció el 27 de octubre que Santander iba a construir un modelo operativo y de negocio común bajo la denominación de ‘One Santander’, que afectará a todos los mercados pero que ya ha comenzado a implementarse en sus cuatro bancos europeos. Botín destacó que bajo este nuevo modelo, «simplificaremos los productos y servicios que ofrecemos a nuestros clientes para mejorar la experiencia con el banco y, a la vez, seguiremos impulsando la innovación, apalancando nuestras capacidades digitales, rediseñando nuestro modelo de distribución y automatizando nuestros procesos sobre una plataforma común». Es decir, una unificación de todas las filiales, tanto en Europa como en América, en un solo banco: One Santander.
El segundo paso de esta estrategia en Europa será la creación de un banco global de financiación al consumo nativo digital aprovechando la escala y presencia de Santander Consumer (SCF) en Europa y Openbank. “SCF y Openbank son dos negocios con gran potencial de crecimiento. Nuestro negocio de financiación al consumo es líder europeo, con presencia en 15 mercados y más de 20 millones de clientes. Openbank destaca entre los bancos digitales europeos por su volumen de depósitos y su amplia gama de productos financieros para particulares. Además, cuenta con una plataforma bancaria innovadora, escalable y eficiente, con un software construido por nosotros”, afirmó Ana Patricia Botín.
Con estos dos procesos Santander pretende generar ahorros adicionales a los que ya se había comprometido el grupo en el pasado Investor Day. Botín adelantó que para finales de 2020 se habría cumplido el objetivo de lograr un ahorro neto de 1.000 millones de euros a medio plazo (3-4 años) en el conjunto de Europa, logrando de esta forma un ritmo de ejecución mucho más rápido de lo esperado.
Esos 1.000 millones de euros se conseguirán con una política de reducción de costes basada en la destrucción masiva de empleo en las cuatro filiales europeas donde ya se están ejecutando procesos de despidos masivos, tal y como hemos publicado en este medio.
Por su parte, las filiales del continente americano, sobre todo Brasil, México y Estados Unidos, soportan ya más de la mitad del beneficio que genera el grupo y, en consecuencia, serán las últimas que se unifiquen, pero los procesos serán los mismos que se apliquen en Europa.
Sanear balance, esa es la cuestión
Al tratarse de un proceso de fusión, la due dilligence es un paso clave, sobre todo si se tienen las incertidumbres sobre la situación real en que se encuentra el Santander. Tal y como publicamos en Diario16, el banco cántabro tiene un serio problema por las consecuencias de la bajada del precio de las divisas americanas respecto al euro. Además, según diferentes análisis financieros realizados en base a los propios resultados presentados por el banco cántabro, podría estar teniendo pérdidas patrimoniales por varias decenas de miles de millones de euros.
Esta es la razón por la que el Santander en Europa necesita equilibrar las cuentas y, como no genera negocio suficiente, precisa de reducir costes a través de la unificación de filiales y de procesos de despidos masivos. Esa es la razón por la que el proyecto «Santander One» se ha iniciado en Europa y tiene un horizonte de cumplimiento de dos años.
Hay que recordar que, por ejemplo, el consejero delegado de la entidad, José Antonio Álvarez, reconoció en el Congreso de los Diputados en 2018 que Santander España llevaba varios años sin ganar dinero. A esto hay que sumar las graves consecuencias que está teniendo el Brexit para el banco cántabro en su división de Reino Unido, donde, incluso, una revisión del fondo de comercio arrojó un deterioro de 1.500 millones de euros.
El recorte de gasto, además, se verá compensado con el incremento del valor en bolsa, puesto que un único banco tendrá mucho más potencial por las sinergias que se generarán entre las cuatro divisiones o filiales unidas en una sola marca.
HSBC y Santander, los reyes del escándalo
El «matrimonio» entre el banco británico y el cántabro no es sólo de conveniencia, sino que son tal para cual porque, en ciertos aspectos, tienen una filosofía que podríamos denominar «gemela». Ambas corporaciones bancarias se han visto envueltos en grandes escándalos relacionados con la mala praxis financiera.
La filial suiza del HSBC permitió, según los datos recogidos en la Lista Falciani, evadir impuestos o proteger las cuentas de importantes personalidades (entre las que se encontraba la familia Botín) por valor de más de 100.000 millones de dólares. Además, en el año 2012, el Senado de los Estados Unidos señaló al banco británico graves deficiencias a la hora de controlar el blanqueo de dinero procedente de los cárteles mexicanos de la droga. En este caso, el banco llegó a un acuerdo con las autoridades americanas y pagó una multa de 1.900 millones de dólares.
En el año 2014, HSBC fue denunciado por el Estado de la Argentina por evasión fiscal y asociación ilícita. Algunas de las cuentas en la filial suiza de los más de 4.000 ciudadanos argentinos involucrados en esta trama se abrieron gracias a que disponían de doble nacionalidad para escapar del control fiscal.
Ese mismo año un juez belga acusó a HSBC de fraude tributario y blanqueo de capitales por ofrecer a los comerciantes de diamantes formas de esconder su dinero y, de este modo, evadir impuestos.
El HSBC también ha sido acusado de manipular los precios de referencia de los mercados de divisas (Libor) o por, junto a BASF SE, Standard Chartered Bank y Goldman Sachs, manipular los precios del platino y el paladio.
El Santander, por su parte, también está o ha estado involucrado en importantes escándalos financieros. Las cesiones de crédito fue uno de los affaires del Santander del que España aún no se ha recuperado, primero por la vergonzosa creación de la Doctrina Botín para salvar a Emilio Botín y por el quebranto de 2.584 millones de euros a la Agencia Tributaria, cantidad a la que hay que sumar la «más gigantesca malversación de caudales públicos de la historia financiera española», como calificó Rafael Pérez Escolar a la adquisición de Banesto. El ex secretario del consejo de administración de Banco Español de Crédito, Juan Carlos Rodríguez Cantarero, en declaraciones ante diferentes tribunales reconoció que, entre 1994 y 1998, se habían recuperado 4.507 millones de euros de los supuestos créditos dañados. De esta manera se demuestra que no existía el agujero de 3.636 millones de euros, que fue creado “ad hoc” para justificar la intervención.
La presunta estafa de Valores Santander se fraguó en 2007 con el objetivo por parte de la entidad de obtener financiación para hacerse con la totalidad de las acciones de la entidad holandesa ABN AMRO mediante una OPA conjunta con el banco Royal Bank of Scotland y Fortis. El importe total de la emisión de este producto ascendía a 7.000 millones de euros, tratándose de obligaciones convertibles en acciones de la entidad.
Por otro lado, Santander está siendo investigado, como otros importantes bancos europeos, por el escándalo de los Dividendos Cum-Ex, que fue calificado por el diario francés Le Monde como «el mayor robo del siglo». Según la investigación, Santander presuntamente ejecutó a través de su filial en Reino Unido (Abbey National Treasury Services) infinidad de operaciones por las que cobraba importantes comisiones y se embolsaba parte de las ganancias del presunto fraude, según indican las declaraciones de testigos ante la fiscal de Colonia, que también han manifestado que el Santander en Londres era el mayor vendedor a corto y que la misma transacción de compra de acciones se aprovechaba para realizar varias solicitudes de devolución de impuestos.
En Reino Unido, Santander ha sido protagonista del escándalo de los seguros PPI, por el que 2.7 millones de clientes se han visto afectados, hecho por el que la entidad presidida por Ana Patricia Botín ha tenido que provisionar 1.800 millones de libras para indemnizarlos. El Santander ha sido acusado por los supervisores británicos por haber llevado a cabo actuaciones tratando de reducir la cantidad a pagar a sus clientes afectados, intentando impedir o dificultar sus reclamaciones, eliminando a las compañías profesionales de gestión de reclamaciones de sus comunicaciones con los clientes ante la mayor dificultad para éstos de responder dentro de los límites de tiempo establecidos por el banco.
A esto hay que añadir el escándalo del Caso Banco Popular por el cual, a través de una operación diabólica, el banco cántabro ha obtenido, según publicó Diario16 en base a una auditoría, una cantidad cercana a los 40.000 millones de euros tras pagar 1 euro por una entidad solvente y viable que tenía un patrimonio neto de 11.077 millones.
En conclusión, ¿alguien se extraña de que Santander se una a HSBC para crear el mayor banco del mundo? Son tal para cual. Ahora, el tiempo dirá si el banco cántabro es capaz de equilibrar su balance para que Ana Patricia Botín obtenga un cargo de presidenta no ejecutiva y culminar su carrera con un éxito que se llevará por el camino a decenas de miles de puestos de trabajo.
En esta estrategia se enmarca la operación diabólica del
Banco Popular que arruinó a 1,2 millones de personas con la
complicidad del PP y del presidente Pedro Sánchez, su asesor y su ejecutivo económico y social. Aquí se justifica la entrada del asesor de las ideas, su
reunión con el Ibex35 antes de las elecciones de febrero de 2019, el ofrecimiento a Iglesias a formar gobierno, anulando, de este modo, su voluntad social y política contra
Ana Patricia Botín –la que manifestó en el debate electoral–, la afirmación de la presidenta del Santander al declararse «feminista» con el fin de
anular otro movimiento social emergente, como lo era antes de gobernar Podemos. En esta operación se justifica la
compra directa e indirecta por parte del banco cántabro de
medios de comunicación históricos y contemporáneos como los líderes digitales, de apoyar la creación, vía medios de comunicación, de
lobbies de políticos históricos del bipartidismo que están atados con las implicaciones en casos espurios económicos, sociales y de violencia contra la igualdad y la diversidad y, de este modo, controlar y debilitar directa o indirectamente a los gobiernos, al Estado, al legislativo, al judicial, a la propia UE, y por supuesto, al poder económico, y, cómo no, el más corrupto de la corrupción, los medios de comunicación.