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Reserva Federal de Estados Unidos (Fed) mantendrá inalterable su política monetaria tras su reunión de este miércoles, según el consenso de los analistas. Y ello, a pesar del repunte de rentabilidades de la deuda y de los altos datos de
inflación y el mal dato de paro mensual de agosto.
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A esto hay que sumar la crisis de Evergrande que, a pesar de su limitada capacidad de contagio directo sobre las empresas estadounidenses, sí está provocando cambios en los precios de algunos activos que podrían aliviar algo las tensiones inflacionistas.
La caída del coste de diferentes materiales industriales que vimos el pasado lunes, descontando una posible reducción de la actividad económica china, restaría algo de presión a la cadena de suministro global.
Por poner un ejemplo, el precio del mineral de hierro que hace apenas dos meses subía un 40% en lo que llevamos de 2021, a día de hoy cae un 25% respecto al cierre de 2020.
A la cesta del IPC le afecta más el precio de las materias primas energéticas pero un abaratamiento de materiales básicos como el que se viene produciendo por los problemas en China, resta costes a los fabricantes y eso puede derivar en un precio final más moderado.
Tipo de interés
Por otra parte, la Fed siempre ha estado muy vigilante con el comportamiento de los mercados financieros y es más que posible que no realice ningún cambio hasta no ver en qué acaba la situación del grupo inmobiliario más endeudado del mundo y compruebe que no existe contagio que pueda dañar la situación financiera de los EEUU.
Con los datos económicos apuntando a una ralentización de la recuperación, los analistas esperan que la Fed decida mantener intactos los instrumentos de su política monetaria.
Tanto el tipo de interés oficial en el intervalo 0,00%-0,25% como las compras netas de activos a un ritmo mensual de 120.000 millones de dólares (80.000 millones en treasuries y 40.000 en deuda hipotecaria).
Eso no significa que no vaya a empezar el tapering este año. Reuters ha realizado un sondeo entre economistas y la mayoría creen que se anunciará en noviembre y se iniciará en diciembre.
Bloomberg también ha hecho uno y los resultados son inapelables: 67% esperan el anuncio del tapering en noviembre y solo el 2% en la reunión de esta semana. Del resto, 6% lo ven en octubre y un 21% en diciembre. El 4% cree que el próximo año.
Los motivos para el retraso
Como demostraran las actas de la reunión de julio, ya entonces había una mayoría de gobernadores a favor de establecer un calendario de recorte de estímulos pero el anuncio se ha retrasado, que no cancelado.
El consenso cree que el conjunto de indicadores económicos que se han ido conociendo a lo largo del trimestre coinciden en apuntar que, si bien aún en ritmos históricamente elevados, la recuperación parece perder velocidad.
Según Caixabank Research, la madurez del ciclo económico después de que el PIB retomara el nivel pre-pandemia en el segundo trimestre de 2021, es coherente con tasas menos exuberantes de crecimiento.
Además, creen que la extensión de la variante Delta se ha reflejado en un menor impulso en los indicadores del gasto privado y de movilización: “No sorprende que el sector servicios esté siendo el más castigado, de acuerdo con las encuestas empresariales más recientes, como la del ISM, que retrocedió en 2,4 puntos hasta el 61,7 en agosto, el mínimo desde febrero.”
Y la mayoría de análisis coinciden en el mal dato de empleo de agosto. “El deterioro sanitario también dejó su huella en el mercado laboral ya que el número de contrataciones retrocedió hasta las 235.000 en agosto, el mínimo desde el inicio del año. Asimismo, la tasa de participación se ha mantenido estancada. En balance, el nivel del empleo es aún un 3,5% inferior al nivel previo a la crisis, mientras la tasa de paro se ubica en el 5,2% (3,5% en febrero 2020)”, indican.
La inflación
En la reunión de julio quedó claro que la Fed empezaría el tapering si se cumplían dos condiciones: que la inflación se mantuviera por encima del 2% por un periodo elevado de tiempo y que hubiera un progreso sustancial hacia el pleno empleo.
Lo segundo puede que no esté tan claro tras el dato de agosto, pero lo primero se cumple adecuadamente. En Estados Unidos, el 5,3% interanual de agosto fue recibido en los mercados con alivio, pese a ser un nivel históricamente elevado.
Por otro lado, hay un riesgo sustancial de que la inflación se mantenga en niveles incómodamente altos aunque el consenso de análisis coincida con la versión oficial de lo “temporal” de la situación.
CaixaBank Research proyecta "una gradual moderación de la inflación en el último tramo del año, a medida que se absorba el ahorro acumulado y se alivien las distorsiones del lado de la oferta. No obstante, seguimos viendo un riesgo sustancial de que la inflación se mantenga en niveles incómodamente altos”.
Así, otros análisis recalcan la permanencia de la subida de los precios energéticos y de las materias primas como algo que se puede demorar durante el invierno del hemisferio norte, empeorando las previsiones que situaban una caída fuerte de los IPC en el primer trimestre de 2022.
Posibles anuncios
Estos factores, ajenos a la propia evolución del consumo en los Estados Unidos, sumados a la alta demanda de empleos de la economía estadounidense, pueden provocar aumentos salariales que, a su vez, alimenten las tendencias inflacionistas.
Con respecto a los tipos oficiales, se da por hecho que Powell reitere que se mantendrán en los niveles actuales hasta que la economía alcance el pleno empleo y la inflación supere persistentemente el 2% desligando dicha decisión del eventual anuncio del tapering.
CaixaBank Research cree que el presidente Powell probablemente comunicará que se está alcanzando un consenso sobre cuándo y cómo se planea efectuar la eventual reducción del programa de compras de activos (tapering), preparando al mercado para un anuncio en los próximos meses.
Aunque la expectativa se centra en el cuándo empezará el recorte de estímulos (que puede no sea el mismo mes en el que se anuncie), está por conocerse el cómo se hará. Se supone que se reducirá el ritmo de compras pero no se sabe si se reducirán ambos activos (deuda soberana e hipotecaria) por igual o se empezará reduciendo sólo la hipotecaria dado que el mercado inmobiliario parece maduro.
Tampoco se ha consensuado una estrategia del tamaño del balance a largo plazo. Pero el consenso cree que de esto no se hablará aún.
¿Sorpresas?
Algo inesperado, pero posible, puede ser que se actualicen las proyecciones de tipos oficiales, que en junio incluían dos subidas de 0,25 puntos en 2023, quizás adelantando la primera a 2022.
Según CaixaBank Research “de confirmarse el adelanto de la primera subida de tipos a 2022 en las proyecciones oficiales, podría provocar en los mercados financieros cierta subida en la rentabilidad de la deuda soberana, con mayor ímpetu en los tramos más cortos de la curva, y en una apreciación del dólar”.
Según se ha filtrado, en la última reunión siete de los 18 miembros estaban a favor de colocar la primera subida de 0,25 puntos en 2022. Algo más probable, y que dependerá de las nuevas cifras el impacto que pueda tener en el mercado, es que se revisen al alza las proyecciones de inflación que en junio eran del 2,1% para 2022 y del 2,1% para 2023.