La escasez de semiconductores se está arraigando como el virus más dañino para la industria de la automoción. Lejos de remitir, las alarmas se han disparado de cara a septiembre. Las compañías se preparan para hacer frente a un tercer trimestre que estará marcado por la volatilidad y la falta de capacidad de la industria en su conjunto para predecir su capacidad para dotarse de estos componentes fundamentales para los modelos actuales.
De esta forma, poco a poco, se van esfumando las visiones más optimistas que apuntaban a una normalización de las cadenas de suministro tras el verano. Por el contrario, toma fuerza el horizonte en el que también durante 2022 la industria del automóvil no podrá volver a unos estándares similares a los previos al estallido de esta crisis.
El grupo Volkswagen ha sido el encargado en prevenir sobre un potencial recorte en la producción de sus plantas debido a una escasez de suministro de semiconductores. "Esperamos que el suministro de chips en el tercer trimestre sea muy volátil y ajustado. No podemos descartar más cambios en la producción", según explico una fuente del fabricante alemán a Reuters.
Una visión que comparte el gigante asiático Toyota. El grupo ha anunciado su intención de reducir su producción mundial un 40% en septiembre. La compañía espera perder 360.000 vehículos de producción a nivel mundial solo en septiembre. Norteamérica perdería 80.000 unidades, Europa alrededor de 40.000 y China otras 80.000.
Las plantas españolas
En este contexto, las plantas españolas se preparan para unos meses complejos en los que tendrán que ir frenando y acelerando sus capacidades de producción. Tanto es así que las consecuencias de esta situación se van a empezar a sentir desde ya. Seat se ha visto obligada a volver a parar una de sus líneas.
En concreto, la marca española ha comunicado que frena la actividad que estaba realizando de forma extraordinaria durante este mes en su línea 2 de su planta de Martorell desde hoy 20 de agosto. La compañía quería aprovechar las semanas de este mes para compensar parte del retraso que acumulaba su fabricación durante la primera mitad del año. Los últimos frenazos de actividad que había sufrido se remontan a los días 19 y 20 de julio, cuando la compañía también se vio obligada a detener su actividad ante la falta de suministros. Ahora, la ausencia de componentes le obliga a parar otra vez.
Por su parte, el grupo Stellantis ha anunciado el paro de dos líneas de su fábrica de Figueruelas desde el 22 de agosto hasta el jueves 26 de este mes. Del mismo modo, en Vigo el grupo automovilístico ya ha comunicado un parón en su producción entre el 23 y 29 de agosto. Esta decisisón va a provocar que dos de sus líneas queden sin actividad durante estas jornadas.
Más 'just in time' que nunca
La escasez en el suministro de semiconductores ha provocado que la estrategia de producción de la industria del automóvil salte por los aires. Conocida como Just in time, este tipo de organización consiste en que tanto los materiales necesarios para la producción como los productos terminados lleguen a su destino en el momento necesario.
Este modelo, que ha sido la base organizativa de todo el entramado logístico de las compañías automovilísticas, basa su éxito en la predictividad tanto de la demanda como de los suministros. Ahora, desde las empresas indican que deben adaptarse a un nuevo contexto que les obliga a ir "día a día". Por ello, se espera que los mecanismos de flexibilidad laboral desplegados con motivo de la crisis del coronavirus se mantengan durante lo que resta de año.
Y es que, nada parece indicar que vaya a aparecer una solución a corto plazo. Los productores de este tipo de componentes no están pudiendo escalar sus capacidades ante una escalada de la demanda. A los dispositivos tecnológicos tradicionales, cada vez se suman más productos que necesitan contar con este tipo de componentes para dotarse de capacidades de conexión. Algo que sumado a los inconvenientes que van generando las diferentes oleadas de contagios está tensionando al máximo a los escasos productores.
Así las cosas, la industria del automóvil se enfrenta a unos meses complejos. Un periodo en el que, pensando en el largo plazo, los grandes centros de decisión políticos y productivos van a tener que tomar cartas en el asunto para buscar alternativas a la hora de nutrirse de proveedores capaces de cubrir las necesidades. De lo contrario, las factorías corren el peligro de que unos problemas que comenzaron siendo excepcionales se conviertan en endémicos.