Los rescates son tremendamente negativos, porque a quien se rescata es a los tenedores de deuda que ven peligrar el pago de los intereses sobre sus bonos. El rescate deja a los países rescatados con una deuda más alta (el rescate consiste en prestarles más dinero), fuera de los mercados y por consiguiente obligados a acudir a por más financiación periódicamente. En contraprestación se les imponen medidas de austeridad que agudizan la recesión y les sitúan con un peor índice deuda/PIB. Hasta ahora, en los rescates, quitando algún rebote puntual, los mercados han reaccionado muy negativamente, incluso con las bolsas que parecía que ya habían hecho mucho descuento.
El dinero de los rescates viene en buena medida del fondo de estabilidad EFSF. Es dinero que no existe. Todos los países de la eurozona se comprometen a contribuir a dicho fondo, incluídos los que están quebrados (España contribuye con un 11% que obviamente no tiene). Sobre esa promesa el EFSF emite bonos que supuestamente deben recaudar el dinero de los rescates. Si como se discute ahora se le da licencia bancaria el ESM (sucesor del EFSF) entonces pedirá prestado al BCE, que cuenta con la promesa de los mismos países prestará un dinero que no tiene (como todos los bancos) apalancándose aún más. En definitiva es todo deuda, y se paga la deuda con más deuda en un círculo que cualquier persona razonable puede ver que va a terminar como el rosario de la aurora.
Ya no existe solución buena, la hubo en su día pero no se tomó. Nadie en el mundo la tomó. Preferimos la prosperidad fingida al trabajo, el esfuerzo y el ahorro. Nos subimos a un avión que no tenía suficiente combustible y ahora se le está acabando en pleno vuelo. Nuestras opciones son caer con el avión o saltar sin paracaídas. Podemos no obstante tratar de protegernos a nosotros mismos rehusando participar en la fase final de la locura y procurando proteger nuestros ahorros, huyendo de las deudas y estableciendo nuestra propia austeridad. Debemos aprender a vivir con menos, aceptarlo y ser felices con ello. El vaso sigue estando medio lleno.
Buscar culpables es un ejercicio poco útil. La culpabilidad es de la condición humana. Los ciclos han existido desde que se tiene memoria y la crisis actual tiene mucho parecido con la crisis de 1873. Hemos construido un sistema ineficiente y debemos desmontarlo. Cuando todo se resuelva nos prometeremos que no volverá a pasar una cosa así, y así será mientras vivamos, pero dentro de otro medio siglo volverán a las andadas.