Las fiestas de piso las tuve más en tiempos de la uni, rara vez en la adolescencia. Pero nunca he sido de darle a la botella, ni al botellín -como no fuera de cerveza-, y ni al botellón claro, que todavía no estaba de moda esta moda tan poco modosa.
Pero en el campo me lo he pasado genial con los amigos, y en la playa, y en el parque de Doña Casilda paseando a los perros, que se ligaba mogollón con el cuento del chucho: ¡Qué mono es tu perro, oye! ¿Qué come? Se ve que lo cuidas bien... y él a tí, jijiji, y esas bobaducas. Y yo era muy feliz. Nunca eché de menos emborracharme.
Creo que a los jóvenes de ahora les faltan alicientes. Y cultura para mantener una conversación medianamente interesante. Me refiero a los que acuden al alcohol como única forma de entretenimiento findesemanero. Afortundamente para nuestra sociedad y nuestras pensiones futuras, no todos los jóvenes son unos borrachos.
Un saludo.
Sacas unos cliparts que son tronchantes, de verdad, ¡¡qué gracioso eres!!
Si un amigo es de verdad, su amistad perdura en el tiempo y con la distancia.