Y me puedo encontrar cualquier cosa menos la dichosa receta...
Bróteas el Feo y los fármacos
Por: Luis Sánchez Sancho
El Suplicio de Tántalo es una de las leyendas más conocidas de la mitología griega, tal vez porque se trata de un mito dramáticamente aleccionador sobre lo terrible que puede ser el castigo que reciben los hombres por su desmesura. Pero además, porque el suplicio de Tántalo es el tormento de los pobres, que viven entre gente que todo lo tiene mientras ellos carecen de lo elemental para saciar su hambre.
Como se sabe, el mito de Tántalo cuenta la historia de un personaje que llegó a ser tan favorito de los dioses que estos lo invitaban a participar en los banquetes del Olimpo.
Sin embargo, por sus múltiples delitos y agravios —incluso divulgó secretos de los dioses y se burló de sus intimidades — las divinidades olímpicas condenaron a Tántalo a sufrir un suplicio interminable: “
situado en un lago, cuyas aguas le llegaban hasta el cuello, y con árboles llenos de frutas sobre su cabeza, no podía Tántalo, sin embargo, beber ni comer nada, ya que, cada vez que lo intentaba, el agua era absorbida por la tierra y los frutales elevados por el viento repentinamente”, dice el Diccionario de Mitología Clásica de varios autores.
Pero al contrario del mito de Tántalo, que es muy conocido, el de su hijo, Bróteas, es prácticamente ignorado.
Bróteas se hizo célebre ante todo porque era desproporcionadamente feo, se podía decir que era la imagen viva de la fealdad masculina. No obstante, no solo por eso Bróteas cobró notoriedad.
El mito de Bróteas tiene una raíz histórica, según Robert Graves. Se deriva de una ceremonia religiosa que se practicaba en la época más remota de Grecia, la cual era llamada Pharmakos. Se trataba de un rito de purificación contra las pestes, hambrunas y otras calamidades que se atribuían a castigo de los dioses, a los cuales había que apaciguar con sacrificios humanos.
Bróteas era un gran cazador y acostumbraba cazar en el monte Sípilo, en el Asia Menor, uno de los lugares preferidos de Cibeles, la diosa madre que los griegos llamaban Rea, a donde ella solía llegar a descansar. Pero además de gran cazador, Bróteas era un excelente escultor y como rendía culto a Cibeles talló una hermosa imagen de la diosa madre, la cual supuestamente existe hasta ahora y se considera que es la más antigua de esta divinidad. Según se dice, esa imagen se encuentra en Peña Codina, cerca del monte Sípilo, en Turquía.
Bróteas era muy obstinado y a pesar de que él era un cazador, se negaba a honrar a Artemisa, diosa y señora de las montañas, de los bosques, de los animales y de la cacería. Incluso Bróteas blasfemaba contra ella.
Según relata el mitólogo británico Robert Graves en Los Mitos Griegos , Artemisa enloqueció a Bróteas como castigo a su impiedad. En sus arrebatos de locura el infortunado hijo de Tántalo gritaba que era invulnerable y que las llamas del fuego no podrían quemarlo. Hasta que un día se arrojó sobre una hoguera, murió consumido por las llamas y sus cenizas fueron esparcidas en el mar, en desagravio de Artemisa. Sin embargo el mismo Graves anota que también se decía que Bróteas se había suicidado porque no soportaba las crueles burlas de la gente por su extrema fealdad.
El mito de Bróteas, ilustra Graves, tiene una raíz histórica, se deriva de una ceremonia religiosa que se practicaba en la época más remota de Grecia y la cual era llamada Pharmakos. Era un rito de purificación contra las pestes, hambrunas y otras calamidades que se atribuían a castigo de los dioses, a los cuales había que apaciguar con sacrificios humanos.
Se escogía al hombre más feo de la comunidad, al que llamaban pharmakos. Lo arrastraban a las afueras de la ciudad, golpeaban sus genitales con racimos de cebollas, lo arrojaban a una hoguera y luego esparcían sus cenizas en el mar. En el idioma griego la palabra pharmakos significaba remedio, cura, veneno, antídoto, droga, receta, etc. De allí se derivó, dicen los que saben de estas cosas, la palabra fármaco, con la cual se designa a una “sustancia que sirve para curar, aliviar o prevenir una enfermedad”. Es decir, un medicamento.
Un saludo cordial
¡Sed felices!
De laprensa.com
Si un amigo es de verdad, su amistad perdura en el tiempo y con la distancia.