Riesgo de permanencia en el euro (o quitas): la parada de las reformas económicas
Ya hemos comentado otras veces que la crisis española se caracteriza por una deuda exterior muy elevada, resultado de periodos de bonanza y de la falta de competitividad de la economía (ver los datos del Boletín Estadístico del Banco de España, deuda exterior neta expresada como posición neta inversora en PDF y CSV y de balanza de pagos por cuenta corriente, la diferencia entre el dinero que entra y sale de un país en sus intercambios de bienes y servicios, en CSV y PDF). Esta falta de competitividad estructural de la economía española se trataba, mal que bien, con devaluaciones periódicas de la peseta (ver aquí y aquí). La entrada en el euro, por un lado facilitó el crédito del resto del mundo a España, al eliminar el riesgo del tipo de cambio, y fomentó el despilfarro; pero a la vez, elimina la opción de devaluar la moneda como salida de la crisis. (Excelentes relatos sobre la crisis española son "La indignación y la economía política dela burbuja" y Juan Carlos Barba en Bolsalia )
Por tanto, para poder permanecer en el euro, España necesita hacer profundas reformas estructurales en su economía. Si antes necesitaba devaluar su moneda periódicamente, para dejar de hacerlo, hay que cambiar la forma de hacer las cosas.
Hay que reformar el sistema político español, para que exista una rendición de cuentas adecuada. Unas instituciones fuertes son necesarias para premiar al que se esfuerza o tiene buenas ideas y no al que conoce al Bárcenas o Director de Trabajo de Andalucía de turno. Con organismos reguladores independientes, y no llenarlos de militantes de partido, como explica Jesús Fernández-Villaverde "No querer hacer las cosas bien". Además, hay que reformar el sistema educativo y universitario, reforzando las matemáticas y la lengua, para tener profesionales que sepan enfrentarse al mundo moderno. E introducir evaluaciones por objetivos en vez de no atreverse a tocar a los profesores intocables. Hay que reformar la Administración para que la conducta tenga consecuencias, y no que la gente que no hace nada siga.
Estos últimos días se han producido varios sucesos inquietantes que conducen hacia el peronismo de Venezuela o Argentina. La destitución del director del diario El Mundo, con presiones gubernamentales de por medio, mediante la supresión de la publicidad institucional. Otros periodistas hablan sobre la influencia del poder en la prensa "El caso Pedro J y las miserias de la profesión periodística".
Las reformas están paradas. Así, a pesar de que el ministro Wert solicitó un informe a una comisión de expertos sobre reformar la universidad, no se hizo nada. Los lobbies funcionariales y sindicales salieron enfurecidos, especialmente los de las universidades más mediocres. Una vez más, los establecidos, acostumbrados a vivir sin tener que rendir cuentas, salen a patadas contra cualquier alteración de status quo. El boicot al informe de expertos por miembros de la comisión ilustra las resistencias a perder privilegios.
Lo mismo podemos decir de la reforma de servicios profesionales, que debería eliminar atribuciones exclusivas, y que sigue en anteproyecto de Ley. Como de costumbre, los establecidos llaman anticonstitucional a todo aquello que toque a sus privilegios.
La reforma del mercado de trabajo ha aumentado la competitividad, pero el reparto del coste de la crisis es muy desigual, debido a la dualidad del mercado de trabajo. Los expertos tienen clara cuál es la solución: el contrato único con indemnizaciones crecientes. Una vez más, se recurre a la peregrina excusa de la anticonstitucionalidad para negarse a quitar privilegios a los establecidos. Con un mercado laboral dual, un colchón de trabajadores temporales sin ningún poder de negociación se ve obligado a aceptar bajadas de salarios salvajes, aumentando la competitividad de las empresas y protegiendo las rentas de los trabajadores establecidos y empresarios. Y la alternativa, el PSOE, pretende eliminar la reforma laboral, volviendo a los tiempos de déficit de balanza de pagos por cuenta corriente insostenibles e incompatibles con el euro.
Cada vez más gente ve que no hay avances en las reformas. Por ejemplo, este artículo "El reformismo ha pasado" de John Müller de El Mundo. Y periodistas próximos al gobierno critican con dureza a los reformistas, como este artículo de Edurne Uriarte contra las reformas que pide Luis Garicano"El economista fatuo" (ver la respuesta de Luis Garicano)
Pero, todo esto, dentro del euro, moneda que no podemos devaluar, es insostenible. Al no hacerse reformas, aumenta el paro, generando mucha población frustada. Los jóvenes que cometieron el error de no estudiar atraídos por los salarios de la construcción (el aumento del paro es igual al número de trabajadores de la construcción) sufren paro o precariedad. En vez de votar por opciones reformistas que incluyan mejorar su formación, la tentación del populismo se hará cada vez más golosa. Estos trabajadores no son competitivos en una economía abierta. Y los deudores hipotecarios verían como atractiva una salida del euro que disminuiría el valor real de sus deudas. El PCE, principal socio de IU, se pronunció por la salida del euro. El líder emergente Pablo Iglesias también. Y, en Grecia, Syriza es hoy el partido que ganaría unas elecciones. Es cuestión de tiempo que ocurra lo mismo en España si no hay un plan serio de reformas estructurales. La ventana de oportunidad es corta.
Recomiendo el excelente libro de Luis Garicano "El dilema de España", que explica con exactitud el problema.
Por todo ello, si no hay un plan de reformas creíble, un ahorrador prudente debe sacar su dinero de España, preferentemente a países del norte de Europa con instituciones sólidas y seguridad jurídica. Si le preocupa la falta de rentabilidad, hay instrumentos como ETFs vinculados a índices con riesgo y rentabilidad para todos los gustos. Y los intereses que pueda cobrar en un depósito son mucho menores que lo que puede perder en una devaluación monetaria.