Re: ¿Existe justicia territorial en nuestro sistema fiscal? El caso de Cataluña
iempre he tendido a opinar que esa especie de dogma del pensamiento nacionalista (el omninacionalismo, bien lo podríamos denominar) expresa, en el fondo, una profunda debilidad teórica, a no ser que, a continuación, se aporten razones que permitan distinguir entre nacionalismos mejores y peores. Pero mientras se persevere en enraizar una aspiración política en un sentimiento identitario, el debate entre emociones enfrentadas no da de sí (en definitiva, ¿qué convierte a un sentimiento en mejor que otro?, ¿por qué será que el sentimiento propio a este respecto es visto siempre como limpiamente transversal y el ajeno como insoportablemente sectario, cuando no directamente facha?). Un viejo amigo mío, acreditado científico social, suele bromear diciendo que el nacionalismo es la actitud política que requiere un menor esfuerzo intelectual. En efecto, si uno se declara liberal, a continuación viene casi obligado a especificar si lo es en el sentido más clásico, de Stuart Mill, o en el de Berlin, o en el de Dahrendorf, o incluso en el del neoliberalismo. Si uno se declara socialista, no le queda más remedio que justificar su reformismo frente a los partidarios de transformaciones más radicales y reconstruir las discusiones teórico-políticas entre socialdemócratas y comunistas que atravesaron buena parte del siglo XX, y así sucesivamente. Para ser nacionalista, en cambio, no hace falta haberse leído un solo libro: basta con apelar a un sentiment, el cual se da por descontado que constituye fuente incuestionable de legitimidad política.
http://elpais.com/elpais/2012/09/27/opinion/1348743153_563605.html
Detesto a las víctimas que respetan a sus verdugos.