Supongo que habrá estudios sobre el tema (quizá en el libro que recomendabas hablen de ello). Mi intuición me dice que la influencia en la demanda interna de un chaval sin trabajo es bastante pequeña, comparada con la de un trabajador (pienso en mi situación actual y en la de mis años de estudiante). Pero esa no es la cuestión principal (puesto que una demanda pequeña se soluciona sumando muchos individuos hasta formar el granero). La clave es que esa demanda requiere renta para satisfacerla. Y esa renta, esa riqueza, ha de venir de algún sitio (por ejemplo, pidiendo prestado, como bien decías antes, durante la burbuja).
Así, no siempre se genera más riqueza neta aumentando la demanda en plan caricatura keynesiana (por ejemplo, podríamos aumentar la demanda pública de coches comprándolos a millones y tirándolos al mar con un plan E segunda parte). Eso puede funcionar con abundancia de recursos, pero no con recursos escasos (puesto que lo que tiras al mar lo estás quitando de otro sitio más útil). (Como dije antes, mi razonamiento se basa en esta premisa.)
Desde el punto de vista de las pensiones, todos esos jóvenes sin trabajo no producen nada para los jubilados, sino que compiten con ellos, puesto que (aunque menos que un trabajador) consumen parte de la tarta a repartir. Piensa en un país imaginario donde solo viva una familia de dos agricultores (una pareja) y un pensionista. Si la pareja tiene hijos, ceteris paribus, ¿recibirá más comida el abuelo? En una situación dinámica, todo lo que sea superar la tasa de reemplazo (ya sé que estamos bastante por debajo) es a largo plazo positivo (desde el punto de vista de la riqueza agregada) solo si va a haber trabajo para esos nuevos individuos. Si no, lo único que vas a conseguir son futuros emigrantes (que es lo que está pasando ahora con nuestra juventud).
Ojo, que no digo que emigrar sea malo. Personalmente me habría gustado vivir en unos cuantos países europeos en lugar de ir solo de turismo...
¡Bah! carnero, oveja. A tu raza, a tu vellón y a tu clan sé leal.