Papè Satàn, papè Satàn, aleppe!.
En verdad, semejante a mil infantiles carcajadas diferentes penetra Zaratustra en todas
las cámaras mortuorias, riéndose de esos guardianes nocturnos y vigilantes de tumbas, y
de todos los que hacen ruido con sombrías llaves.
Tú los espantarás y derribarás con tus carcajadas; su desmayarse y su volver en sí de-
mostrarán tu poder sobre ellos.
Y aunque vengan el largo crepúsculo y la fatiga mortal, en nuestro cielo tú no te hundi-
rás en el ocaso, ¡tú, abogado de la vida!
Nuevas estrellas nos has hecho ver, y nuevas magnificencias nocturnas; en verdad, la
risa misma la has extendido como una tienda multicolor sobre nosotros.
Desde ahora brotarán siempre risas infantiles de los ataúdes; desde ahora un viento
fuerte vencerá siempre a toda fatiga mortal: ¡de esto eres tú mismo para nosotros garante
y adivino!
En verdad, con ellos mismos has soñado, con tus enemigos: ¡éste fue tu sueño más difi-
cil!
¡Mas así como te despertaste de entre ellos y volviste en ti, así también ellos deben des-
pertar de sí mismos - ¡y volver a ti!»253 -
Así dijo aquel discípulo; y todos los demás se arrimaron entonces a Zaratustra y le to-
maron de las manos y querían persuadirle a que abandonase el lecho y la tristeza y retor-
nase a ellos. Mas Zaratustra permaneció sentado en su lecho, rígido y con una mirada
extraña. Como alguien que retorna a casa desde un remoto país extranjero, así miraba él a
sus discípulos y examinaba sus rostros; y aún no los reconocía. Mas cuando ellos lo le-
vantaron y lo pusieron en pie, he aquí que de repente sus ojos cambiaron; comprendió
todo lo que había ocurrido, se acarició la barba y dijo con fuerte voz:
¡Bien! Eso llegará en su momento; ahora procurad, discípulos míos, que comamos una
buena comida, ¡y pronto! ¡Así pienso hacer penitencia por mis malos sueños!
- Mas el adivino debe comer y beber a mi lado`: ¡y en verdad, quiero mostrarle todavía
un mar en que puede ahogarse!»
Así habló Zaratustra. Luego estuvo mirando largo tiempo al rostro del discípulo que
había hecho de intérprete del sueño, y mientras miraba movía la cabeza. -
Oración al Dios desconocido (Fiedrich Nietzche)
Antes de seguir en mi camino y lanzar mi mirada hacia delante, una vez más elevo solo mis manos a Tí en la dirección de quienes yo procuro huir.
A Tí desde lo profundo de mi corazón, he edificado altares festivos para que, en cada momento, tu voz me pudiera llamar.
En estos altares con fuego fueron marcadas estas palabras: «Al Dios desconocido».
Suyo soy yo; sin embargo hay lazos que me halan al abismo.
Aunque mi deseo sea huir me siento forzado a servirlo.
Yo te quiero conocer, desconocido.
Tú, que me penetras el alma y como un torbellino invades mi vida.
Tú, que eres incompresible, más semejante a mí, te quiero solo a Tí servir.
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PD.
Desgraciadamente todos tenemos debilidades, el todo está escrito para ti. Empieza una nueva era, un nuevo sistema, el eterno retorno ha muerto. Estamos en el S.XXI y ello da muchas armas para luchar. Un cordial abrazo.S2