La historia dice así…
“Había una vez una familia que tenía dos hijos. Uno era una niño pesimista y desagradecido, de aquellos niños que siempre lo ven todo mal, que siempre quieren lo que tiene el otro y que nunca se conforman con nada. Por ello los padres siempre lo mimaban y le daban todos los caprichos.
El otro hijo, en cambio, era la demostración del optimismo, siempre estaba contento y encontraba el lado positivo de cualquier situación de su vida. Era tan optimista y feliz que los padres habían empezado a cogerle manía.
El día de Reyes se levantaron los dos niños y salieron corriendo de su habitación para ver que les habían traído sus Majestades aquella noche. Mientras al niño pesimista los Reyes le dejaron bajo el árbol decenas de juguetes, al optimista los padres le habían dejado en medio del comedor una mierda (con perdón) de caballo enorme.
Al salir de la habitación los padres, se encontraron con que el niño pesimista tenía una cara de tristeza y enfado enorme, mientras que el optimista corría como un loco por toda la casa con una sonrisa que le iluminaba la cara y que le hacía que los ojos le brillasen de la ilusión.
Los padres preguntaron al pesimista que le habían traído los Reyes y éste enfadado solo dijo: “Vaya rollo, solo me han traído una Play 3, un balón de fútbol, una bicicleta, un scalextric… No me gusta nada de nada”. Mientras tanto el optimista seguía corriendo cada vez más contento.
En una de estas carreras los padres consiguieron pararlo y casi sin ganas le preguntaron: “Oye, ¿y a ti que te han traído?
El pequeño con lágrimas de emoción en los ojos y una sonrisa que no le cabía en la cara se dirigió a sus padres y les dijo: ¡¡Papá, mamá, me han traído un caballo y lo estoy buscando porque aquí está la mierda!!”
pues por eso, ni pesimista ni optimista, hay que procurar la realidad, y en base a ella, intentar cambiar todo aquello que no sea justo y equitativo; un primer paso es la denuncia frente a la manipulación que casi siempre se pretende a través de los medios.
Detesto a las víctimas que respetan a sus verdugos.