Cambiar a una nueva divisa resulta más difícil a la hora de resolver contratos financieros a largo plazo, como swaps y opciones.
En los mercados financieros, una nueva divisa necesita en primer lugar un nuevo código de moneda que puedan identificar los ordenadores para las transacciones y los pagos. Son emitidos por la Organización Internacional de Normalización, una federación internacional de estándares nacionales con sede en Suiza. Proporciona un código alfabético de tres caracteres, los dos primeros en representación del país, y la tercera letra por el nombre de la moneda. En el caso de Grecia, no podría recuperar el código antiguo del dracma, GRD, porque aún hay pagos pendientes por realizar en él. Necesitaría un nuevo código, muy probablemente GRN.
Después de eso, hay que introducir el código en los sistemas de software y pagos para que los ordenadores puedan reconocerlo a la hora de procesar pagos y confirmar transacciones, aparte de otras funciones críticas que pasan desapercibidas.
¿Es todo lo que exigen los mercados?
En realidad requiere mucho más. Cambiar a una nueva divisa resulta más difícil a la hora de resolver contratos financieros a largo plazo, como swaps y opciones.
Hay un sinfín de preguntas legales por resolver a la hora de pasar los pagos de una moneda a otra. Es posible que haya que modificar o incluso volver a realizar algunas operaciones. No es una tarea imposible, pero al implicar cambios legales, es un proceso lento y minucioso.
Afortunadamente, no existe un muro de contratos de derivados griegos a largo plazo. Estos cinco años de epopeya han vuelto precavidos a los inversores y pocos han aceptado el colateral respaldado por el Banco Central griego en sus operaciones, aunque el Banco Central Europeo haya permitido que se emplee como garantía en las operaciones monetarias dentro del eurosistema. Algunos actores del mercado han sugerido que podría hacerse en 30 días, pero esta opinión podría ser demasiado optimista.
¿Qué esperaría el mercado que haga el Gobierno griego para apoyar a su nueva divisa?
El Gobierno griego probablemente crearía una nueva moneda griega con la mitad del valor del euro para ganar cierto grado de competitividad, que mantendría mediante una mezcla de controles de capital e intervenciones monetarias, y generaría liquidez mediante las emisiones de bonos.
Pero lo difícil es redenominar los billetes de euros. Grecia sufriría trastornos en el sistema bancario, quiebras, intentos de sacar dinero del país de forma ilegal e incertidumbre sobre las transacciones comerciales.
Tuvieron que transcurrir tres años desde el lanzamiento del euro para que se emitiesen billetes, y aunque es poco probable que Grecia tardase tanto tiempo en crear una nueva divisa, el proceso podría durar meses.
¿Qué impacto inmediato tendría la salida de Grecia sobre los mercados?
Las turbulencias del mercado que seguirían al anuncio de controles de capitales o de una salida del euro no preocuparían a un sistema de pagos en divisas como CLS.
Sin embargo, en primer lugar, es poco probable que hubiese mucho volumen de negocio en divisas.
Aparte de eso, Grecia también tendría que desarrollar un sistema para liquidar pagos en dinero del Banco Central, pero esto podría tardar varios años.
¿Podría ser un buen desenlace para Grecia?
"Introducir una nueva moneda griega es posible con el tiempo", señala David Puth, el consejero delegado de CLS, "pero no está exento de costes".
"La introducción de una nueva moneda resulta complejo cuando se hace de forma planeada. Cuando se hace de forma súbita y bajo presión, el proceso planteará inconvenientes y tendrá muchas consecuencias imprevistas que no pueden anticiparse en su totalidad".
Muy bien, esa es la parte griega. ¿Pero qué pasará con el euro? ¿Saldrá indemne?
No exactamente. Esto se debe a que una salida griega hace saltar por los aires el principio sagrado para la UE: que la eurozona es un club al que te puedes unir pero no puedes abandonar. Eso afecta a inversores, empresas y otros con una exposición desigual a una ruptura de la eurozona.
¿Cómo quiénes?
Como, por ejemplo, un fabricante italiano cuyos activos e ingresos estén en Italia pero que se financie en euros.
Entonces, ¿qué podría hacer para protegerse?
James Wood-Collins, el consejero delegado de Record Currency Management, que asesora a clientes sobre la cobertura de exposiciones a divisas, sugiere la creación de swaps de redenominación o contratos de monedas de curso legal. Estos pondrían un precio a la probabilidad de que un país deje la eurozona y restablezca su divisa nacional.
"Los bancos y otros actores del mercado han discutido estos instrumentos en los últimos años, pero aún no se ha creado un mercado", explica. "La salida potencial de Grecia podría ofrecer el catalizador necesario para que esto suceda".