A la gente no le llega nada cocinado a gusto y en tele de plasma con la frialdad de un robot con triunfalismos electoralistas y publicitarios y mucho menos procediendo del LOBBY bancario como la Caixa, causante de las peores consecuencias de la crisis financiera.
No solo hay datos fríos datos cuantitativos, sino cualitativos.
La intervencíón del BCE ha podido parar el problema, pero de forma transitoria si de verdad no llega la mejoría impulsada por los gobiernos en favor de la mayoría de personas, que no pueden ser resumidos en numeros tabulados y cosificados en una fría gráfica como un simple PIB, cuando existe la CALIDAD DE VIDA que va mucho más allá.
Este proceso, en mi opinión, hay que observarlo desde muy atrás, para no perder la prespectiva y ahora vivimos una especie de segunda transición después de acabar con el ciclo del modelo de crecimiento de los ultimos 40 años, cuando ya no es algo coyuntural de fuegos y artificios, sino estructural.
Los datos de paro son siempre en el ciclo los que están al final y sobre el IPC, solo ha sido resultado de la intervención del BCE de evitar la deflación, pero que mientras en el resto de Europa siga por los suelos en España solo lo vivimos como colonia de Centroeuropa.
Del Sud
-----------------------------------------------
Política económica para cuando termine el postureo
Mientras tanto, los ciudadanos, con hartazgo manifiesto y a pesar de que se nos acercan las vacaciones estivales, somos espectadores inquietos ante las consecuencias de la refriega electoral, los necesarios pactos posteriores y las medidas económicas que afectarán nuestras vidas. Casi todos nos barruntamos que el país lleva demasiado tiempo, incluso desde antes de que se convocaran las elecciones de 2015, perdiendo un tiempo precioso, en el que además confluían circunstancias externas relativamente favorables -política monetaria europea expansiva, precios del petróleo excepcionalmente bajos, euro comparativamente depreciado, y crecimiento moderado de los países de nuestro entorno- para abordar sus importantes problemas de estabilidad macroeconómica y las necesidades de profundizar en las reformas estructurales.
Estabilidad macroeconómica
La actual política fiscal del Gobierno Rajoy, y la que propone para el próximo cuatrienio, es errática y electoralista. Como hemos dicho, más allá de que fuera una campaña electoral manipuladora, es difícil refutar la pertinencia y realismo del incremento abrupto e imprevisto de los impuestos del recién llegado Rajoy a la Moncloa -con mayoría absoluta- en diciembre de 2011. El tipo marginal del IRPF subió hasta el 52% y se incrementaron los tipos del IVA y los valores catastrales para responder a las necesidades de reducir el déficit y al afloramiento de las facturas impagadas por algunas CCAA. Sin embargo, es totalmente criticable tanto que estas subidas se vieran revertidas meses antes de las elecciones de 2015 (con bajadas asimétricas del IRPF y el Impuesto de Sociedades, que beneficiaron relativamente más a las poblaciones de mayores ingresos y a las empresas de mayor tamaño), como que se prometan nuevas reducciones de impuestos en la próxima legislatura sin (PP dixit) recortes adicionales en educación, sanidad, dependencia y pensiones.
La actual situación de las cuentas públicas españolas no está para rebajas. No sólo se incumplen repetidamente los compromisos adquiridos con la UE (déficit del 4,3% en 2015), sino que los ingresos se desvían en unos 10.000 millones de euros (equivalentes a las rebajas fiscales de 2015). Al tiempo, las cotizaciones de la seguridad social se distancian en mucho de las prestaciones comprometidas (déficit de 15.000 millones de euros en 2015) y el Fondo de Reserva se agota aceleradamente (el remanente actual viene a equivaler a algo más de su déficit corriente anual). En este contexto, si el Gobierno resultante de las elecciones de Junio de 2016 quiere cumplir los compromisos adquiridos con la UE -hacer converger al entorno del 3% del PIB el déficit en 2017-, tendrá que propiciar un ajuste fiscal severo durante estos dos años (en realidad, año y medio). Según los cálculos de la Comisión Europea, se requerirá un ajuste adicional de 8.000 millones a los que pudiera añadirse una sanción de 2.000 millones por los repetidos incumplimientos. En estas condiciones, a nadie debiera extrañar que el nuevo Gobierno se viera obligado a subir los impuestos. Es más, decir lo contrario es querer ocultar la realidad al votante.
Transformación competitiva
En este contexto, la relativamente baja competitividad sostenible de la economía española -definida esta como aquella situación que permite expandir o, cuanto menos, mantener la participación de las exportaciones en el mercado global sin recurrir a la represión de los salarios y beneficios o al dumping social, medioambiental y/o regulatorio-, está directamente relacionada con la baja productividad total de los factores (PTF) de sus empresas -y del ecosistema en su conjunto (empresas, instituciones, administraciones, sistema educativo y de ciencia y tecnología, sociedad, etc.)-. Esta baja PTF se deriva, entre otros, de: (a) la ineficiente asignación de nuestros recursos productivos, especialmente del binomio trabajo-talento, (b) la inflexibilidad del sistema educativo, incluidas las rupturas de la transferencia tecnológica y de innovación hacia las empresas, (c) el funcionamiento deficiente (e ineficiente) de las administraciones públicas, los mercados y las instituciones regulatorias y de supervisión, y (d) el reducido tamaño medio de las empresas españolas y la baja capacitación relativa de sus empresarios y trabajadores.
Todo ello se ha visto agravado tras los muchos años de crisis en los que ni el sector público ni el privado han renovado los activos fijos, la inversión en I+D ha declinado, el país ha perdido el liderazgo alcanzado en actividades relacionadas con la lucha contra el cambio climático, la reforma de la justicia camina lentamente y se cuestiona la seguridad jurídica, las instituciones parecen anquilosadas, la corrupción hace estragos en la confianza, los pactos de lealtad institucional entre administraciones de diferente ámbito territorial han saltado por los aires y no se han mejorado las competencias de nuestros recursos humanos.
En resumen
Más allá de la actual situación de impasse, la economía española se encuentra en una encrucijada y no le va a ser fácil resolver sus problemas. Del Gobierno que se constituya tras los comicios no se espera ni la complacencia ni la irresponsabilidad. Bien al contrario, habrá de: (1) continuar con las políticas de estabilización macroeconómica, desapalancamiento de la deuda y reconstrucción de un sistema de pensiones sostenible; y (2) poner en marcha un programa de transformación competitiva que vaya mucho más allá de la mejora de la productividad a través de la desvalorización del precio del factor trabajo. Como dice el último Informe Anual del Banco de España, mejorar la productividad de la economía española "requiere revisar la regulación de ciertos sectores, fomentar el capital humano y tecnológico, mejorar la calidad institucional y reducir las barreras al dinamismo empresarial." Ambos objetivos reclaman la puesta en práctica de un programa de reformas ambicioso que construya, superando tabúes, sobre el liderazgo, el consenso, la confianza y la legitimidad política y social. Un Gobierno que, sin alharacas ni postureo, sea, además, capaz de negociar ante los acreedores y la UE plazos dilatados de reducción del déficit que requerirán -nadie lo dude--adoptar reformas estructurales creíbles.
http://www.huffingtonpost.es/jose-luis-curbelo/politica-economica-para-c_b_10334066.html?utm_hp_ref=es-economia
----------------------------
Barcelona
Un saludo