Prohibir.
Iba a escribir en el post creado para el tema de la prohibición de los toros en Cataluña, pero la verdad es que no me preocupan los toros, me preocupan las prohibiciones. Está es una más de las que nos vienen imponiendo, pero me temo que no será la última.
Ahora ha sido los toros, en base al sufrimiento del animal. Aunque otras causas con animales de por medio no se prohíben. Lo ha sido el fumar, en base a la salud pública. Aunque no se prohíbe la venta del tabaco.
Se prohíben los chiringuitos por la Ley de costas, aunque algunos que pagan el pertinente canon no se les aplica.
Se prohíbe el consumo de alcohol en la calle, las playas naturistas, bañarse en el mar con bandera que no sea verde, tirar basura sin separarla por materia, tamaño o color (se ha intentado), se prohíbe la elección de lengua para rotular en según que sitios, se prohíbe que los militares acompañen oficios religiosos, se prohíbe el burka y yihab, los anuncios de fulanas en la prensa e incluso los bollos o caramelos en los colegios.
Son algunos ejemplos que me han venido a la cabeza de lo recientemente prohibido o que se pretende prohibir.
Y la verdad, me preocupa.
Mas allá que esté en favor o en contra de muchas de estas cosas, pues me pueden gustar los toros y odiar el tabaco, ser musulmán, practicar el surf con fuerte oleaje, y adicto a las piruletas... Por poner un ejemplo.
Mas allá de estas preferencias personales, decía, creo que está la Libertad. La libertad individual a que cada ciudadano elija lo que le dé la real gana siempre que no haga daño a los demás, que lógicamente se dará siempre que pueda elegir libremente también la opción contraria.
Si no me gusta fumar y en un sitio fuman, pues me voy. Fenomenal. Si fumo y en un sitio no dejan fumar, pues me voy, fenomenal también. Dejen libertad a que cada uno establezca las normas en su casa. Y me refiero al ámbito privado. Con los toros ocurre lo mismo. He leído argumentos en pro en base al avance social, al sufrimiento del animal, etc... Y todo me parece estupendo, pero dejen que el que quiera ir vaya, no lo prohíban. Den charlas, informen y al final si la fiesta es una barbarie y la sociedad avanza, la fiesta caerá por su propio peso.
El miedo que me da realmente, es donde está el límite. No lo hay. Y eso si que acojona.
Cualquier cosa, si, CUALQUIERA, se puede prohibir en nombre de un derecho o de un deseo en pro de la humanidad, y si no al tiempo.
Miedo me dan.