En el mas cordial de los tonos y tratando de entender todos los argumentos y valoraciones sobre lo que ha supuesto para la Seguridad Social y sus funcionarios la carga excesiva de trabajo que les pueda haber supuesto la tramitación de esta prestación para tantas personas en mitad de una crisis sanitaria sin precedentes y que parece totalmente descontrolada, hay cosas incomprensibles y muy difíciles de asumir y entender, sin dejarse llevar por la rabia o el desánimo.
El fracaso del IMV, o más bien de su gestión, radica en que ha generado justo lo contrario de lo que pretendía suponer para cientos de miles de ciudadanos que desde Marzo de 2020 son víctimas de una debacle social y económica brutal, por no hablar de los que ya estaban con el agua al cuello.
Ya digo que puedo entender muchas cosas, pero a 23 de Enero desde el 15 de Junio, ni escudo social, ni protección, ni ayuda, ni ninguna señal que invite a ser optimista, salvo por aquellos a quienes se lo han aprobado y abonado. Mi sincera felicitación para todos ellos.
Resulta llamativo como los impulsores de esta iniciativa desde el gobierno se han ido poniendo de lado cada vez más y de manera nada disimulada, de la misma manera en la que los medios de comunicación, salvo alguna que otra excepción, han terminado por sepultar en sus informaciones el tremendo fracaso a todos los niveles de la iniciativa y de la grave situación por la que muchísimas familias están atravesando.
Y no, no quiero, no queremos esta ayuda para no trabajar. Muchos querríamos tener un empleo y no puede ser, ahora menos que nunca.
Mis pensamientos y mis mejores deseos están con las familias de todos y cada uno, los que están por aquí y los que no.
Un abrazo a todos desde Tenerife y toda la fuerza para seguir adelante.