Llevo yendo desde niño, pasaba los veranos allí con mis padres, por aquel entonces hasta coincidíamos con Sean Connery en restaurantes, se respiraba un ambiente auténtico donde lujo y educación así como buen vivir confluían idílicamente. Hasta me paseaban en Testarossa con solo pedirlo, ventajas de la inocencia de la niñez.
Hace años, que el lujo de entremezcla con chabacanería, gente de dudosa procedencia, sras ejerciendo, ruidos, masificación. Una pena como dejo Gil las sierras colindantes. En fin, todo tiempo pasado fue mejor.
Sigo yendo no obstante, saborear la sierra de Ronda y pueblos aledaños son un auténtico placer para un motero. Bajar hasta San Pedro, ver el peñón, el mar y sobre todo el extraordinario clima, aún merecen la pena.