Buenas tardes y feliz año.
Actualizo una vez más los datos de mi cartera, ahora que dispongo ya de todos los valores liquidativos al cierre de 2023. Rentabilidad en diciembre: +2%; en el año: +7,2%; acumulada 2022-2023: -1,4%.
No llego a enjugar del todo todavía las pérdidas de 2022 (-8,1%). He estado muy cauteloso todo el año, con una exposición a renta variable que no ha superado en ningún momento el 50%, lo que ha jugado en mi contra, particularmente en los dos últimos meses del año, en los que las bolsas se han disparado al alza.
Mi cartera (subcartera) estable de renta variable, que está invertida actualmente en 2/3 de lo que sería su nivel normal, ha tenido una rentabilidad en 2023 (incluyendo naturalmente en la misma los monetarios en los que descargué) del 9,9%. El oro, que representa un 16% de la cartera, un 9,4%. Y la cartera móvil, un escueto 3,6%, del orden de un monetario, consecuencia de dos factores: (1) el bajo nivel de inversión a lo largo del año y (2) un error de inversión en mineras que mermó la rentabilidad.
Para este mes de enero el único cambio que he hecho ha sido abrir en la cartera móvil una posición de ~6% en un fondo inmobiliario (Janus HH Global Property), que supongo que tomará valor mañana. Con lo que la cartera móvil quedará invertida en un 50% aproximadamente.
En cuanto al resto (tanto la reinversión del tercio que falta en la cartera estable como la otra mitad de la cartera móvil), aunque la subida explosiva de las bolsas durante estos dos últimos meses me resulta muy sospechosa (diría más bien que tiene pinta de ser el típico rally intermedio en un mercado bajista, desatado inicialmente por un generalizado cierre de cortos en noviembre), mi disciplina de seguimiento de tendencias me obliga a dejar de lado estas apreciaciones personales y, siguiendo la dirección de las cotizaciones, disponerme a incrementar mi exposición a la renta variable. Y digo “disponerme a” y no incrementarla ya, porque ahora mismo la presión de la olla en el S&P 500 es, según mi criterio, muy muy alta, por lo que tendré que esperar a que afloje.
Así que mi cartera empieza el año como sigue:
Cartera de RV estable: 44%
Indexados (Vanguard Global Stock Index e
Indexa Acciones PP): 10,9%
Large cap growth (Seilern World Growth y Fundsmith): 4,5%
Small cap value (Kempen Global Small-cap y Magallanes Microcaps): 14,1%
Monetarios € y renta fija CP €: 14,5%
El importe “embalsado” en monetarios y RFCP lo destinaré a indexados y large cap growth, que son los que reduje a comienzos de 2022 (los small-cap value no los toqué). La idea, en principio, es que las tres “patas” queden más o menos por igual o con algo más de peso en indexados.
Oro: 16%
ETC de oro con respaldo físico (GBS y PHAU).
Cartera móvil: 40%
S&P 500 (Vanguard US 500 y Fidelity S&P 500): 13,5%
Inmobiliario (Janus HH Global Property): 6,1%
Monetarios €: 20,3%
La cartera móvil está dividida en compartimentos (3) y unidades de inversión (6). Cada unidad de inversión representa un 6-8% del total de la cartera y hay dos para cada compartimento. Un compartimento lo destino a bolsa estadounidense (actualmente invertido en su totalidad, una unidad desde junio y la otra desde agosto), otro a bolsa euro (actualmente desinvertido) y el tercero a mercados varios (una unidad por mercado, actualmente inmobiliario global), en principio preseleccionados, pero con cierto margen de discrecionalidad en la elección (procuro hacer una gestión de la cartera muy sometida a reglas, pero conviene dejarse cierta holgura – eso sí, muy acotada – para dar cabida a posibles ideas o pulsiones adicionales, de modo que una “idea feliz”, que habitualmente resulta no serlo tanto, no contamine al conjunto de la cartera).
Saludos y mucho acierto con vuestras inversiones.