Como puedo deducir fácilmente de la plétora de importunidades que yo cumplo varias de ellas, además de que antes me citas con obvia intención de que intervenga, me tengo que dar por aludido y decirte que podríamos hacer idéntico ejercicio parodiando tus circunstancias particulares, tan susceptibles de elogio o burla como cualesquiera otras, según quién y cómo las analice.
Yo, al menos, no lo haré, porque una elemental educación y una innata inteligencia social obligan a todo aquel que participa en un ámbito público como es este a guardar unas mínimas normas de cortesía, que transgredidas dejan el nivel de la conversación a medio camino entre charreta adolescente y pendencia tabernaria.
Para que tú lo entiendas, Zacka, pobres somos todos. Unos de un modo y otros de otro: el primer modo lo padece sólo quien lo sufre, no es vergonzoso ni indigno, tiene remedio, y curiosamente aquí estamos para intentar remediarlo; del segundo, en cambio, casi siempre se alardea sin pretenderlo, sólo lo percibe el prójimo y tiene más complicada enmienda a según que poco naturales edades.
En fin, me resulta complicado intentar rebatir según qué cosas y asombroso tener que decirle a alguien que eso escrito lo ha escrito él. Tú mismo: te relees y lo analizas.
Afectuosamente, eh, no te creas, que si no fuera así ni hubiera jugado a perder el tiempo con este mensaje.