Pues solamente puedo hablar por mi experiencia, tanto como alquilada (que me tocó hasta terminar los estudios) como hipotecada.
El otro día hablaban en la televisión el trauma que constituye para los pequeños de la casa que un día sus padres le digan "nos tenemos que ir y no sabemos dónde". Pues bueno, eso que todos los tertulianos coincidían en que era un palo para cualquier niño, lo he vivido yo como alquilada no porque te embargaran sino porque el propietario necesitaba el piso y un buen día llegaba una carta y te echaban en un determinado plazo, lo mismo me da por qué vía. Y a veces esta situación se daba cuando no era el mejor momento económico, cuando los alquileres habían subido mucho, etc. etc. Y yo creo que ya solamente por no poner en esta situación a mi entorno y menos a niños para mi tener un piso propio ya no es tirar el dinero. Sin hablar de los problemas que había para cosas que para mi son elementales y dan sensación de estar en tu casa, como tener una mascota, hacer una reforma para estar más a gusto y/o para facilitarte la vida (y no tener que pedir permiso o gastarte un pastón para disfrutarlo unos pocos años), o usar unos electrodomésticos que duraban unos meses y luego tenías que reponerlos sí o sí (incluso los que tampoco te eran demasiado útiles) y luego dejarlos nuevecitos en el piso, o tener ni voz ni voto en las reuniones de la casa donde tu vivías y lógicamente las decisiones tomadas por el resto de vecinos te afectaban, y un largo etc.
Como hipotecada me encontré desde el primer momento que la hipoteca me salía 100 euros más barata que el alquiler de un piso similar en la misma zona, que organizándome el dinero podía incluso bajar esa obligación mensual cosa que con el alquiler no puedo hacer, que cuando ha venido la crisis o descendencia o periodos de menos ingresos u otros motivos de apretarse el cinturón, la vivienda ya no es problema (si ahora tuviera que pagar un alquiler, estaría pagando mensualmente 400 euros más mínimo de lo que pago por la hipoteca y cuando afloja la economía se convierte en un problema), sin contar con otras ventajas emocionales como las que explico arriba, o la posesión de un bien que el día de mañana puedes hipotecar para pagar un tratamiento de salud en el extranjero pongamos por caso (no pienso en lujos) que para mi no tienen precio porque me da mucha tranquilidad.