Os voy a contar el caso de dos familias que conozco.
La primera, la llamaremos familia “bien-bien”. Son trabajadores, de unos 40 años, hormiguitas como los de antes. Ambos tienen trabajo fijo pero sin grandes sueldos, entre los dos ganarán quizá unos 3500 euros al mes. No hacen vacaciones a lo grande, los padres de él tienen una casa en el pueblo y allí pasan el verano. Sus dos hijos están estudiando primaria en un colegio público, aunque para hacer ESO les llevarán a uno concertado para mejorar el nivel de enseñanza. Ahorrando, ahorrando… resulta que han sido capaces de hacerse una casita de dos plantas en una buena zona de las afueras de Barcelona, nada del otro mundo si la comparas con las de su alrededor, pero con su terreno de 400 metros, y como además tienen buen gusto pues les ha quedado la mar de maja. Con la paga extra de Navidad pusieron las persianas eléctricas. Con la del verano van a plantar césped. Evidentemente tienen su hipoteca, pero nada que les ahogue, creo que pagan unos 600 euros al mes. Tienen un coche familiar (ya pagado) y uno pequeño para el día a día (también pagado). Para mí, un diez en planificación.
La segunda, llamémosle la familia “mal-mal”. Trabajadores también sobre los 40, y ambos con un buen sueldo. Con una casa pareada en el mismo pueblo de las afueras de Barcelona, comprada a un precio de los de hace 12 años. Resulta que un día van al banco y piden ampliar la hipoteca, les tasan la casa y les dan tropecientos mil euros más. Se compran un 4x4 para ella, un Mercedes descapotable para él (de lo más apropiado para llevar a dos niños detrás), amén de fines de semana en hoteles de 5 estrellas, veranazos en Menorca, etc. Y toda la ropa de marca, desde los zapatos de ella hasta los polos de los niños. Resulta que se separan, cosa con la que supongo que nadie cuenta, y tienen que vender la casa. Y como deben tanta pasta, la ponen a la venta al precio que a ellos les conviene y no al precio que el mercado actual, en claro descenso, acepta. Un año ha estado la casa a la venta, puesto que a pesar de que iban rebajando el precio no lo hacían a la velocidad adecuada. Resultado: una casa muy mal vendida (a punto de subastarse) y ellos dos con patrimonio final CERO.
Esto viene al caso porque, a ver, si la familia “bien-bien” tiene una desgracia, no sé, algo realmente gordo que haga que no pueda pagar la hipoteca, yo creo que se les tiene que ayudar. Sin embargo, si la familia “mal-mal” dice que le entrega la casa al banco y que ahí se las componga, pues sinceramente, no me parece nada razonable.