Una historia de economía-ficción: "Mi flamante pasaporte catalán"
Por fin he podido estrenar mi flamante pasaporte catalán. Qué satisfacción cuando en la aduana de la estación de Atocha me he dirigido a la cola de los no comunitarios y he podido exhibir mi pasaporte cuatribarrado. Me desplazo a Madrid para agilizar unos trámites de aduanas que nos permitan exportar nuestra producción de cárnicos de la comarca de Vic.
Estrenamos una nueva moneda, el Catalán, que se ha depreciado rápidamente. Los mercados financieros no quieren asumir el riesgo de esta nueva e ilusionante etapa y la deuda y los intereses de la deuda nos están ahogando. No hemos conseguido levantar la clasificación de bono basura que castiga nuestras emisiones de deuda y la financiación exterior, ahora sin el respaldo del BCE, es inexistente. Los precios están por las nubes.
Las importaciones resultan carísimas. Trigo, petróleo... incluso el agua. Todo lo que no producimos o no producimos en suficiente cantidad. Nuestras exportaciones pierden competitividad con las nuevas tasas de aduanas y aranceles que soportan.
Por ahora no tenemos perspectivas de formar parte de la Unión Europea. No es solo España la que se opone -lo que era de esperar- sino que Francia, a la cual le desagrada nuestras legítimas aspiraciones a la Catalunya Nord, se ha cerrado también en banda. Muchas empresas se han tenido que trasladar para poder continuar exportando sin trabas a Europa. Nissan, Seat, HP y otras multinacionales se han trasladado a España o a Europa del Este.
Cada día cierran más empresas auxiliares y el tejido de nuestras pymes está hecho jirones. En España tienen un cabreo monumental y miran con lupa el origen de los productos que compran. Nuestras ventas han caído en picado y nuestras exportaciones a otros países se encarecen y pierden competitividad debido a los aranceles que deben pagar. El puerto de Barcelona languidece y si no fuera por los cruceros que aun nos visitan, sería un erial. El gran proyecto de Barcelona como centro logístico del sur del Mediterráneo se ha evaporado.
Pero el Govern continúa siendo optimista y nos anima a resistir, aunque después de cinco años todavía no se vislumbra el final de esta situación y nuestra ansiada integración como nuevo Estado de Europa. Y eso a pesar de todos los esfuerzos que está realizando nuestro nuevo servicio diplomático, que a pesar de las dificultades para ser reconocido por los grandes países continúa su labor incansable. No solo la Unión Europea y Estados Unidos se ha negado a reconocernos sino que China, India, Indonesia, Japón, Brasil, Nigeria entre otros nos niegan su reconocimiento y el acceso a sus mercados.
Pero saldremos de esta porque el espíritu emprendedor catalán encontrará nuevos mercados en África, Venezuela y Argentina. Ayer, sin ir más lejos, nuestro president fue recibido cariñosamente en Burkina-Faso.
La verdad es que construir nuestro nuevo estado, hasta ahora, solo nos ha traído gastos. Servicio diplomático, un ejército para guardar nuestras fronteras -reducido bien es verdad- pero todo suma; sobre todo considerando que el número de funcionarios públicos se ha disparado debido a todos los nuevos organismos estatales de los que nos hemos tenido que dotar. Petrocat, Casinos, ITV's propias, Loterías, IAT y un largo etc.
Seguimos teniendo una población desafecta de españolitos que solo saben llorar y presentan continuas quejas de una supuesta discriminación ante las instancias internacionales. El Tribunal de Derechos Humanos de La Haya ha admitido a trámite varias demandas y la ONU, mal informada, se ha permitido hace un par de comentarios públicos desafortunados.
En cualquier caso se están marchando muchos de ellos, con lo que el problema tenderá a ir desapareciendo. Es curioso ver la cantidad de pisos vacíos a la venta. Eso ha hecho bajar más aun los precios de viviendas y oficinas, pero estoy seguro que dentro de diez años las cosas irán mejorando "poc a poc". La inmersión lingüística y la excelente labor de pedagogía que está realizando nuestro "Govern", explicando nuestra historia y el expolio al que hemos estado sometidos, está finalmente calando entre las nuevas generaciones.
Saldremos adelante y la fuerte carga impositiva que estamos soportando para financiar nuestro nuevo Estado se irá aliviando a medida que el mundo cambie y se dé cuenta de que Catalunya es un país fundamental y pionero en la construcción de un nuevo orden mundial. Un mundo de pequeños países, nucleados en torno a los miles de lenguas que enriquecen nuestro planeta y gobernado por élites locales honestas y eficientes que mas allá de toda sospecha, entienden y palpitan con los aires ancestrales del terruño.
Y que no nos confundan: sin Catalunya, Europa nunca será viable.
¡Noi! ¡Que fatiga!
Ignacio Nart, analista financiero.
Detesto a las víctimas que respetan a sus verdugos.