Voltaire y Cataluña
Imma Tubella
Cada mes pienso que escribiré sobre educación, sobre tecnología o sobre cualquiera de los temas en los que estoy trabajando en estos momentos, pero el proceso en el que estamos inmersos me obliga a seguir reflexionando sobre dónde estamos, de lo contrario me parece que me distraigo y distraigo. Después del último 11 de septiembre y del éxito de la Vía Catalana hacia la independencia tuve discusiones contundentes con mis colegas del Centro de Estudios Mundiales en París. No entendían -decían- cómo habiendo hecho una transición modélica y habiendo consolidado una España abierta y moderna, ahora los catalanes habíamos decidido un cierre peligroso de vuelta a la tribu en un momento de una cierta involución en Europa debido a la aparición de movimientos populistas y de la ascensión progresiva de la extrema derecha. Todo ello cuatro meses de discusiones acaloradas en las que he de confesar que a pesar de ejemplos, datos y argumentos había avanzado poco, hasta que finalmente, el gobierno de España, con sus últimas acciones, ha cambiado totalmente el panorama y ha dado la vuelta a los argumentos como un calcetín. Tanto es así que ahora me han pedido una explicación seria y un debate abierto sobre el tema. Europa no entiende el retroceso en la ley del aborto, o la exclusión de los sin papeles de la sanidad o la negativa de publicar las balanzas fiscales, que aunque ahora parece que el ministro Montoro se echa atrás, ya ha dado la señal de falta de transparencia y, no nos engañemos, hay que esperar a ver qué publica.
España ha optado por un camino de cierre y autismo que nadie entiende y en cambio, debido precisamente de este proceso de cierre, la opinión pública internacional comienza a entender y por tanto a aceptar la apertura de Cataluña. España se cierra, Cataluña se abre, o sea que las dos dinámicas contrapuestas en las que nos encontramos comienzan a verse ya no como una reacción tribal, sino como una desavenencia clara en el modelo de país y de sociedad que se propone. España ha emprendido un camino peligroso hacia atrás y Cataluña hacia adelante. España tiene serias dificultades para entender Europa y para delegar soberanía ya que confunde la nación con el Estado y el Estado con el poder absoluto. Cataluña ya está acostumbrada a delegar soberanía, y mayoritariamente, yo diría que en estos momentos es más partidaria de delegarla en Europa que en España. Cataluña está más madura, vivió la ilustración, ese movimiento intelectual del siglo XVIII que tenía como objetivo principal vencer el oscurantismo y promover el conocimiento para poder hacer frente a la intolerancia y los abusos de iglesias y estados, y renovó su pensamiento sobre todo durante el periodo de la Casa de Austria. Voltaire, 1751, en 'El siglo de Luis XIV' escribió que "Cataluña puede prescindir del mundo entero, y el mundo entero no puede prescindir de ésta", no lo olvidemos y si pueden, busquen el texto completo -lo encontrarán en internet- porque es de una clarividencia asombrosa. En cambio, la España borbónica no la vivió. Sólo algunos pequeños grupos intelectuales que se querían diferenciar del conservadurismo y de la parálisis de estructuras y pensamiento intentaron iniciar un movimiento para modernizar el país, pero eran pocos y variados contra la abundancia de partidarios del despotismo ilustrado, sin ninguna intención de cambio social.
Cataluña está en un proceso de autodeterminación porque quiere gobernarse ella misma y construir un nuevo país, moderno, progresista e inclusivo y la fuerza de este proceso radica en su naturaleza pacífica, transversal y optimista. De momento, sólo nos estamos abriendo paso siguiendo estos principios, y si no los abandonamos, no sólo lo conseguiremos sino que seremos un modelo para muchos otros.
EL PUNT-AVUI
http://www.nabarralde.com/es/catalunya/11524-voltaire-y-cataluna