¿Hay mayoría silenciosa?
La manifestación de la Meridiana refleja la fuerte movilización del independentismo y coloca en el centro de la campaña electoral al ciudadano catalán con dudas. ¿Qué estrategias lograrán moverle?
Hoy en el debate político español se invocará la mayoría silenciosa. La manifestación de la Meridiana ha sido impresionante y nadie puede poner en duda el civismo de la persistente movilización soberanista catalana. Cuatro manifestaciones de gran magnitud desde el 2012 en la Barcelona mediterránea, sin un cristal roto, sin ningún incidente a remarcar, sin ninguna perturbación de la paz ciudadana. Un acontecimiento único en la Europa democrática.
Puesto que no ha habido desmovilización, ni incidentes, el foco del debate se ha de situar forzosamente en los catalanes que no han acudido a la manifestación, teniendo en cuenta que el censo electoral está formado por 5,5 millones de personas.
"La mayoría silenciosa derrotará al independentismo el 27 de septiembre", sentenció ayer Javier Arenas, poder fáctico del Partido Popular y hombre imprescindible en el círculo de Mariano Rajoy. El exministro andaluz fue clave para que Rajoy no fuese defenestrado en el 2008 por la ‘coalición’ formada por Esperanza Aguirre, Pedro J. Ramírez y el cardenal Antonio María Rouco Varela. Arenas salvó a Rajoy y ha tenido un importante papel en la definición de la estrategia del PP respecto a Catalunya en los últimos diez años. Cuando se escriba la historia de este tiempo, un capítulo deberá estar dedicado a Javier Arenas Bocanegra, el hombre que un día imaginó que podía ganar la presidencia de la Junta de Andalucía insertando cuñas publicitarias contra el nuevo estatuto catalán. "El pacto de Zapatero con el nacionalismo catalán perjudica a Andalucía, y Chaves no hace nada por remediarlo. Por una Andalucía de primera en la España constitucional". Ese mensaje descolocó al PSOE y ayuda a explicar el arrugamiento socialista ante la cuestión catalana entre el 2005 y el 2010. Arenas no es aznarista. Es un antiguo democristiano de UCD con tracción en las cuatro ruedas. Cuando el nuevo estatuto andaluz, muy parecido al catalán, se sometió a referéndum, no tuvo inconveniente en hacer un llamamiento en favor del voto positivo, para evitar que el PSOE se volviese a quedar solo con la bandera de Andalucía. "Arenas movedizas", dicen en Sevilla con la sorna que les caracteriza.
La manifestación de Barcelona ha impresionado en Madrid. Ha impresionado al español de a pie que ve a venir un serio problema –ahora sí–, y a los centros de poder, que tienen encuestas propias sobre las perspectivas electorales en Catalunya. Movilizado el independentismo –movilizado y eufórico–, el protagonista de la campaña es el catalán que duda. ¿Cómo se le mueve? ¿Metiéndole el miedo en el cuerpo? ¿Invitándole a una serena y tranquila reflexión? ¿Con ofertas de pacto? Considerar que la hipotética mayoría silenciosa constituye en Catalunya un bloque homogéneo, cerrado y totalmente enfrentado al soberanismo, sería un error de diagnóstico. Hay muchos matices. Y para trabajar en el campo de los matices hace falta otro tipo de política y otro tipo de mediática. Eso hoy no es posible. Ahí reside el vértigo que comienza a percibirse en Madrid.
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