Ada Colau declara la guerra al turismo en Barcelona
La alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, ha solicitado a sus colaboradores la elaboración de un plan para limitar el número de turistas que recibe cada año la Ciudad Condal. Tal y como anunció durante la campaña electoral, Colau y su plataforma, Barcelona en Común, avisaron de que, si resultaban electos, pondrían un tope a la recepción de turistas, algo acorde con su cosmovisión opuesta a la libertad económica. “Hay que mirarlo seriamente. Si no queremos ser Venecia, algún límite de carga del turismo habrá que poner en Barcelona” afirmó en una entrevista concedida a La Sexta tras ser nombrada alcaldesa.
Un plan contra el turismo articulado en tres fases
Según ha podido saber Decisión Económica de fuentes cercanas al entorno de Barcelona en Común, el plan de limitación del turismo se articulará en tres fases. Uno, realizar una moratoria para limitar el número de hoteles y pisos turísticos en la capital catalana. Dos, limitar el número de cruceros que atracan en el puerto de Barcelona. Y tres, reducir el número de plaza hoteleras en la ciudad.
Un efecto devastador sobre la economía de Barcelona y de los barceloneses
De aplicarse estas medidas, su efecto sobre la economía barcelonesa sería devastador ya que al limitar el número de turistas, producirá un alza de los precios de pernoctación, dejando fuera a los visitantes con menos poder adquisitivo. Este aumento repercutirá en todo el sector hostelero y restaurador de la ciudad en particular y el comercio en general, cuyos precios se encarecerán para el ciudadano barcelonés por el consiguente efecto de rebote. Muchos establecimientos, sobre todo el pequeño comercio, perderán clientela en favor de las grandes superficies y se verán obligados a cerrar o a prescindir de parte de su personal, agudizando la alta tasa de desempleo que sufre Barcelona en particular y Cataluña en general.
Ante la caída de los ingresos municipales, habrá que aumentar la presión fiscal
Además, al reducirse el número de turistas, Barcelona dejaría de percibir una parte muy importante de los ingresos que recibe por las tasas de atraque y servicios del puerto, las entradas a museos y monumentos, servicios de guías, etc. que suponen una aportación esencial a sus arcas municipales. Para poder compensar estas pérdidas y mantener los servicios públicos, Ada Colau no tendría otro remedio que elevar la presión fiscal sobre las empresas y los particulares barceloneses.
Impacto no solo local, sino también regional y nacional
Y, por si no fuera suficiente, esta medida tendría un impacto regional y nacional ya que Barcelona es uno de los principales centros turísticos españoles. Si Colau y su equipo de gobierno deciden limitar el número de turistas, muchos de ellos optarán por otros destinos, dejando sus divisas y su gasto en otras economías.
Hay que aprender a convivir con el turismo
No negaremos que la tremenda afluencia de turistas a Barcelona supone molestias para los habitantes de la ciudad. Pero no debe olvidarse que la Ciudad Condal basa su economía en el turismo. Su antigua industria y su sector de servicios financieros y empresariales ha desaparecido o basculado en favor de otras ubicaciones, en especial Madrid. Por ello, a la capital catalana no le queda otra que aprender a convivir con el turismo y no limitarlo, sino aumentarlo dentro de lo razonable y lo sostenible. Si se aplican, como parece, estas medidas, Ada Colau acabará con la gallina de los huevos de oro. Tiempo al tiempo.