Re: España, mejor rota que asimétrica.
El enigma del primer día de septiembre es el siguiente. ¿Por qué el Partido Popular dejó en segundo plano el toque de atención de Angela Merkel al independentismo catalán, con la contundente propuesta de una reforma exprés del Tribunal Constitucional? Apenas habían transcurrido dos horas de la esperada conferencia de prensa en Berlín y el grupo parlamentario del PP ya pasaba página con el anuncio de una legislación 'ad hoc' para decapitar al presidente de la Generalitat de Catalunya. ¿Supieron a poco las palabras de Merkel? Misterio.
Politólogos, ahí os quiero ver. El partido del Gobierno ensombrece voluntariamente unas declaraciones que llevaba semanas esperando, tal y como explicó Carmen del Riego el pasado lunes en 'La Vanguardia', en una interesante crónica sobre la estrategia de Mariano Rajoy para recabar pronunciamientos internacionales contrarios a la independencia de Catalunya. La declaración de la canciller alemana aguantaban perfectamente la cabecera principal de dos telediarios, incluso de tres. Cuando repican las campanas de Aquisgrán todo el mundo las quiere escuchar.
Del Riego, que estuvo ayer en Berlín, vio caras de satisfacción en la comitiva de Rajoy. Las palabras de Merkel parecían colmar las expectativas de Jorge Moragas, jefe de gabinete del presidente del Gobierno, ascendido recientemente a las funciones de estratega electoral del partido, tras el anunciado eclipse de Pedro Arriola.
Las campanas de Aquisgrán tuvieron un toque respetuoso. Audible, pero suave. Merkel no amenazó a los soberanistas catalanes con las llamas del infierno, ni les trató como si fuesen la combativa Syriza griega. La canciller no confundió Barcelona con Atenas, pero defendió con claridad suficiente la “integridad territorial” española. En Madrid, sin embargo, los jefes del grupo parlamentario popular y el candidato Xavier García Albiol cambiaron el guión de la jornada con la última producción de la Brigada Aranzadi.
(Brigada Aranzadi. Dícese de la conjunción de altos funcionarios del Estado, magistrados y juristas, que vertebran en estos momentos el principal poder fáctico español, una vez que el Ejército ha dejado de ejercer esa función).
Poco antes del verano, varios ministros de Rajoy advirtieron a los gobernantes catalanes con el artículo 155 de la Constitución, mecanismo, hasta ahora nunca utilizado, que permitiría al Ejecutivo suspender parcialmente la autonomía de Catalunya, previa advertencia y admonición. La aplicación de ese artículo requiere la mitad más uno de los votos del Senado. También en julio fue aprobada la ley de Seguridad Nacional, que concede al presidente del Gobierno la potestad de disponer de “los poderes y medios ordinarios de las distintas administraciones públicas” en caso de amenaza a la seguridad nacional o al orden constitucional. Se trata de mecanismos dramáticos. Reunión extraordinaria del Senado o declaración del “estado de interés”, que permitirían dar órdenes directas a los funcionarios de la Generalitat sin recurrir a los estados de excepción o de sitio, también previstos en la Constitución.
La Brigada Aranzadi propone ahora otorgar funciones de policía al Tribunal Constitucional. Que sean los magistrados quienes decapiten al presidente de la Generalitat. No estoy seguro de que Francisco Pérez de los Cobos, prudente presidente del TC, asista con entusiasmo a este cambio de guión.
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